miércoles, 30 de septiembre de 2009

Pequeñas (grandes) Hermanas de la Sagrada Familia


Acabo de retornar a Roma. El viernes -Dios mediante- emprendo la vuelta a casa. Antes de irme a dormir, quisiera compartir algunas cosas lindas vividas en estos días.
El sábado 26, por la mañana, tome el tren hacia Verona, al Norte de Italia. Después de un viaje de 4 horas, tomé el bus ("la corriera", de dicen aquí) hacia Castelletto di Brenzone. Es un pequeñisimo pueblo junto al Lago de Garda. Un paisaje de ensueño que merecería un comentario a parte. Pero no es de eso que quiero hablar ahora.
La meta de mi viaje fue la Casa general de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, un instituto de vida religiosa fundado por un humilde párroco, el Beato José Nascimbeni, secundado por la Beata María Dominga Mantovani.
El instituto está en Mendoza desde hace más de 50 años. Tienen ahora dos casas: una Guardería en Godoy Cruz y un Colegio en Colonia Bombal. Ambos centros educativos son un modelo de aquel encuentro entre fe, humanidad y cultura que es tan propio de la tradición católica.
Viajé a Castelleto a visitar a algunas de las hermanas que trabajaron en Mendoza. Aunque sería mejor decir: que dejaron su vida en nuestra tierra. Desde hace algunos meses se encuentra aquí la Hna. Alma Fadini, verdadera "alma mater" del Colegio de la Colonia Bombal. Un modelo de mujer, de educadora y de consagrada. También me encontré con la Hna. Giovanilde, quien había dejado la Colonia hace ya varios años.
Estas dos Pequeñas Hermanas viven en la Enfermería que el Instituto tiene junto a la Casa Madre. Son 120 religiosas ancianas, algunas de ellas postradas. Algún amigo que ya había estado me había advertido que este lugar es, sin más, Evangelio puro. Doy fe de ello. Aquí hay alegría, espíritu de servicio, una fe como la que alababa Jesús (una casa sobre la roca), y un amor muy grande en el sereno ocaso de la vida.
Aquí pude celebrar mi primer año como Obispo. La foto que encabeza este post refleja ese momento.
Me resulta difícil narrar con palabras lo que han significado estos días de reposo, oración y también de paseo por el corazón de un Instituto religioso tan querido para mí, como para toda la Diócesis de Mendoza. Porque no olvidamos el testimonio evangélico de las Hermanas en las dos casas que mencioné, como tampoco su paso fecundo por el Seminario. Les cuento un secreto: ante la tumba de los beatos José Nascimbeni y María Mantovani pedí la vuelta de las Hermanas al Seminario. Los invito a seguir pidiendo esta verdadera gracia. Está en las manos de Dios. Estas mujeres son grandes con la grandeza del Evangelio: el que quiera ser grande que sea el último, el servidor de todos.
Un saludo,

Aprendiendo a ser obispo


Mi viaje a Italia ha tenido un fin preciso: participar del curso para los obispos nuevos que, cada año, organiza la Congregación para los Obispos. Les cuento un poco sobre esto.
El curso tuvo lugar del lunes 14 al miércoles 23 de setiembre en la casa de formación de los Legionarios de Cristo. Éramos, como ya conté, 104 obispos provenientes de Europa, América y Australia. El grupo más numeroso era el de Brasil, seguido de los italianos, los norteamericanos y los franceses. Los argentinos éramos 9. De izquierda a derecha, en la foto que adjunto: Víctor Arenhardt (Oberá), Ariel Torrado Mosconi (auxiliar de Santiago del Estero), Enrique Eguía Seguí (auxiliar de Buenos Aires), Marcelo Colombo (Orán), el que escribe, Damián Bitar (auxiliar de San Justo), Luis Fernández (auxiliar de Buenos Aires) y José Slaby (Esquel). Falta el obispo auxiliar de los ucranianos, Sviatoslav Shevchuk.
El ritmo de las jornadas fue muy intenso. Comenzábamos con la Eucaristía y las Laudes; después del desayuno seguían las conferencias (4 o 3 por día). Normalmente, después de cada conferencia tenía lugar un breve intercambio entre el expositor y los presentes. En dos ocasiones nos reunimos en círculos menores de discusión, según las lenguas. El que me tocó a mí, éramos 15 obispos latinoamericanos. Por la tarde celebrábamos las vísperas a las 16:00 hs y proseguíamos con las conferencias y los diálogos. La liturgia era en latín, excepto las lecturas bíblicas de la Misa.
Los temas abordados nos permitieron abarcar en los 10 días del curso un panorama bastante amplio de puntos que tienen que ver con el ministerio episcopal, desde las tres funciones clásicas (enseñar, santificar y regir), a problemáticas más particulares (relación del Obispo con los sacerdotes, los laicos y los religiosos), cuestiones canónicas, la cultura, el ecumenismo y la bioética, por ejemplo.
Destaco dos temas que me parecieron muy logrados: la exposición del Cardenal Murphy O’Connor de Inglaterra sobre la relación entre el Obispo y los presbíteros, y la exposición de Mons. Giannfranco Ravasi (conocido biblista) sobre el problema cultural. También estuvo muy interesante la intervención de Mons. Claudio Celli sobre los medios de comunicación y la nueva cultura.
El último día tuvimos un trabajo muy bueno todos los latinoamericanos, guiados por Mons. Octavio Ruiz Arenas, obispo colombiano que preside en Roma la Pontificia Comisión para América latina. Como ya he contando, para nuestro continente, el impulso misionero de Aparecida constituye un cauce muy claro para la acción pastoral de la Iglesia.
En pocos días, un curso acelerado de los principales temas que marcan la vida del Obispo. Bueno, como ocurre con todas las cosas: hay que ir de a poco. Un saludo a todos.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Un año después


Ante todo un saludo cordial a mis eventuales lectores. He dado vida a este medio de comunicación por varias razones. Destaco dos: me gusta escribir y también comunicar lo que creo, vivo y siento.
He tomado el título del Blogg del lema de mi ordenación episcopal: "Testigo del Evangelio de la Gracia de Dios". Son palabras de San Pablo en el libro de los Hechos de los apóstoles (20,24). Veo condensada en esta frase el sentido de mi misión pastoral. En el lenguaje siempre vivo de San Pablo, la palabra "gracia" indica, entre otras cosas, a la persona misma de Jesús.
A propósito, hace un año que recibí la ordenación episcopal. Parece mentira que ya hayan pasado doce meses. En este breve lapso de tiempo es mucho lo que he vivido. Le doy gracias a Dios.
En este momento me encuentro lejos de Mendoza. Estoy al norte de Italia, pasando unos días en la Casa generalicia de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia. Vine a Roma para el curso para obispos nuevos que organiza, cada año, la Congregación para los obispos. En otra oportunidad les contaré un poco más de esta experiencia tan interesante.
He celebrado la Misa ayer domingo en la capilla de la Enfermería de las Hermanas, compartiendo después con ellas el almuerzo y algunos momentos de encuentro.
Ha sido una gracia de Dios para mí. "El que quiera ser grande que se haga el último de todos y el servidor de todos". He meditado mucho en estas palabras de Jesús.
Me confío a la oración de ustedes. Hasta pronto.