viernes, 6 de agosto de 2010

Algo personal


Escribo hoy algo muy personal.

Es la Fiesta de la Transfiguración del Señor. Dios es tan bueno que, en este “lacrimarum valle” nos regala, cada tanto, la luz de su Hijo Jesucristo en el rostro transfigurado de gente buena.

Hoy es también el cumpleaños n° 70 de Olga Marsollier. ¿Quién no conoce a Olga Marsollier? Alguna persona buena y pícara ha armado una cuenta de Facebook que se llama, precisamente: “Yo conozco a la Olguita Marsolier”.

Decía que Dios es bueno. Nos regala en el camino de la vida gente que se le parece. Personas transfiguradas por su luz. Vivir significa para ellas: amar, darse, olvidarse de sí, pensar desde los demás, ponerse en la piel de los otros, entregarlo todo, etc. etc. etc.

¿Cómo era lo de Jesús? “El que quiera ganar su vida, la perderá. El que la pierda por mí y por el Evangelio, la ganará”.

Ya no me acuerdo cuando conocí a la Olguita. Seguro que fue antes de ser cura o de ser diácono. En los quince años que estuve en el Seminario como formador, ella y esa otra mujer de hierro: la Hna. Ana, fueron una presencia transfigurada de la luz de Dios.

Sí, mis queridos amigos: cuando yo trato de imaginar a Dios, pienso que será algo así como la Olga y la Hna. Ana. Las dos juntas. Bueno, muy bueno; pero también un poco pícaro. Porque hay que ser, además de bueno, pícaro y audaz para confiarse de la manera que a los curas (nosotros decimos: "Yo te absuelvo". "Esto, mi Cuerpo").

He enseñado el Tratado “De Deo uno et trino” por largos años. He tenido que explicar los atributos del Dios amor, de la mano sabia del Aquinate: su simplicidad y perfección, su bondad y su infinitud, su omnipresencia y su omnipotencia, eternidad y unidad, hasta llegar a calificarlo como el “Ipsum Esse per se subsistens”. Todo lo cual es verdadero.

La Biblia dice que los hombres han sido creados a imagen y semejanza de Dios. Añade además, que Dios se busca amigos entre los hombres, que nos ayudan a conocerlo mejor, a entrar en su misterio de luz: el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob; el Dios de Moisés y el éxodo; hasta llegar a Jesús que lo invoca, llamándolo: ¡Abba!, y ahí se nos abren los ojos para reconocer su Rostro trinitario. Dios agape, al decir de San Juan.

Yo, humildemente, vuelvo a decir: he encontrado en el camino de mi vida, hombres y mujeres, que me han ayudado a conocer a Dios. Olguita es una de estas personas.

¡Gracias por todo!

PD Yo me anoté al Facebook: “Yo conozco a la Olguita Marsolier”

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