Ratzinger, joven profesor |
El hombre es
libre. ¿Quién va a negarlo? Sin embargo, no deja de sorprender la cantidad de
cosas -y de las importantes- que no elegimos. Pueden con nosotros y nuestras
mejores intenciones. En fin.
Una de las cosas
que uno puede elegir, por cierto, es las voces que quiere escuchar. En medio de
tanta charlatanería, de tanto ruido y de tantos discursos amplificados, uno
puede elegir a quien escuchar en serio.
A este tipo lo
leo y lo releo. Me tomo el tiempo para subrayar lo que dice. Porque me deja
pensando, aún cuando su razonamiento, de buenas a primeras, no termino de
seguirlo del todo. Pero se intuye la verdad que esconden sus palabras.
Es bueno tener un
buen maestro a quien escuchar.
Se me hizo larga
la introducción. Voy al grano: yo escucho a Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Es
un maestro.
Los que han
seguido el blog, u otras publicaciones mías, saben que sus palabras grandes
inspiran las más pequeñas mías.
Cuando empecé a
estudiar teología leí un libro que, precisamente, se llamaba así: “Como se hace
la teología”. Sus autores: Zoltan Alszeghy y Maurice Flick, dos jesuitas de la
Gregoriana. De todos sus capítulos (muy buenos y aprovechables), lo que retuve
fue este consejo: háganse amigos de algún maestro de la teología, antiguo o
nuevo, porque les va a enseñar a pensar teológicamente y, alguna vez, van a
poder ofrecer algún pensamiento original como ellos.
A lo último ya no
aspiro (aunque alguna vez lo hice). Pero la primera parte sigue siendo un buen
consejo que, pasados los años y habiendo dejado atrás la enseñanza (aunque no
el estudio) de la “sacra doctrina”, me sigue acompañando.
De los buenos
maestros, cuyas voces vale la pena escuchar en este mundo loco, hoy destaco al
sabio y bueno de Benedicto.
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