El pasado fin de semana (2-4 de julio) realicé la Visita pastoral a la Parroquia “San José Obrero” de Gutiérrez. Con el Arzobispo hemos optado por hacer visitas breves, tratando de abarcar en los próximos dos años la mayor cantidad posible de parroquias. La idea es animar con nuestra presencia la vida de fe y la acción evangelizadora de los católicos, orientados por el Plan de Pastoral.
La de Gutiérrez fue una visita breve pero intensa. Con mucha alegría puedo decir que encontré una comunidad cristiana con enorme vitalidad. Su párroco, el P. Raúl Marianetti está cumpliendo 25 años de sacerdote, 10 de los cuales los ha pasado precisamente animando la vida cristiana en Gutiérrez.
Durante estas visitas me gusta prestar atención a los textos bíblicos que escuchamos al celebrar la sagrada liturgia. Como era un fin de semana, todo estuvo centrado en el texto del Domingo XIV: Jesús que llama y envía a los discípulos a una primera misión evangelizadora. El texto es de San Lucas: 10, 1-12. 17-20.
Digo que presto atención a la Palabra de Dios, porque estas visitas constituyen una auténtica experiencia de fe: el obispo se pone con el párroco y con toda la comunidad cristiana a la escucha de la Palabra viva de Dios. Eso es precisamente la Iglesia: comunidad de fe, esperanza y caridad, reunida por el Verbo de Dios. “Creatura Verbi” se dice en latín: la Iglesia, creación del Verbo de Dios, Jesucristo el Señor.
Así, la Palabra ilumina la vida. La vida es como un espejo para la Palabra. ¿Qué mensaje pude recibir y también transmitir? Lo sintetizaría así: Jesús evangeliza convocando colaboradores que compartan con él el anuncio del Reino.
Ese mensaje percibí al escuchar con el pueblo de Dios la Palabra de vida. Eso también encontré en la parroquia: Jesús sigue llamando y enviando. Son muchos los compañeros de Jesús, hombres y mujeres. Para el obispo, ver esto, es una de las alegrías más grandes.
Excursus. El sábado por la mañana tuvo lugar el encuentro con los niños. Es siempre una fiesta. Los chicos preguntan sin parar. Nunca alcanza el tiempo. Suelen preguntar dos, tres, cinco veces lo mismo. Y, cuando menos lo esperás, alguno te sale con una de esas preguntas que son como una bomba. Así me pasa siempre. También en Gutiérrez. Una nena, levantando la mano desde el centro de la Iglesia, me lanzó a quemarropa: “Decíme: como obispo, ¿sos feliz?”. ¡En el blanco! “Sí, soy feliz, muy feliz”, le respondí.
Otra persona, esta vez más grande, también a quemarropa y sin dejarme respiro repreguntó: “¿Cuándo te das cuenta de que acertaste en tu elección de vida de ser cura?” Ahí, caí en la cuenta de algo muy hermoso. Mi respuesta espontánea fue: “Ahora, haciendo esto, me doy cuenta de que estoy en el lugar correcto”. Creo que algo de eso es lo que el cardenal Leger quiso decir, cuando en el debate conciliar sobre la vida de los pastores, dijo aquella frase feliz que después se transformó en magisterio de la Iglesia: los curas se santifican cuando ejercen su ministerio, esas acciones unen con Cristo. Esas cosas hacen realmente feliz y pleno a un cura.
PD. Después del encuentro con los chicos nos fuimos con Raúl a ver el partido con Alemania. Sin comentarios.
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