Los medios se hacen eco de la noticia aparecida con la firma de Andrea Tornielli, vaticanista de “Il Giornale”. Da cuenta de la aprobación del milagro realizado por intercesión de Juan Pablo II a una religiosa francesa, sor Marie Simon-Pierre, aquejada de una forma particularmente maligna de Parkinson. En junio de 2005, sus cohermanas invocaron la intercesión del Papa Wojtyla, fallecido poco tiempo atrás, a favor de la religiosa enferma. Al poco tiempo, los signos de la enfermedad desaparecieron, y retomó su actividad en un nosocomio de Arles (Francia).
La comisión de médicos y teólogos ha certificado que dicha curación es inexplicable para la ciencia. Sigue, a continuación, el voto de la comisión de cardenales y obispos que, según el mismo Tornielli, se descuenta que será favorable.
El pasado 19 de diciembre, el Santo Padre Benedicto XVI había firmado el decreto que reconoce la heroicidad de las virtudes de Juan Pablo II.
Quedará así abierta la puerta para la beatificación. “Es solo cuestión de fecha”, escribe el periodista, especulando que la misma podrá tener lugar o bien el 2 de abril (5º aniversario de la muerte), o más adelante (mayo u octubre), habida cuenta de las dificultades organizativas que surgirán por la segura masiva participación popular. En todo caso, la beatificación tendrá lugar en el presente año 2011.
Una buena noticia al iniciar el año. La fama de santidad del Papa Juan Pablo II se extiende cada vez más. Es un elemento decisivo para el reconocimiento de su figura como modelo e intercesor de la Iglesia peregrina en la historia. Es expresión de la presencia del Espíritu Santo que anima y sostiene la percepción de la fe del Pueblo de Dios. La única verdadera renovación que conoce la Iglesia es la que se manifiesta en los santos. Esa es su energía más profunda. Proviene de Cristo Resucitado que, a través de ellos, guía a su Iglesia, especialmente en los momentos más difíciles.
Dios le ha concedido a su Iglesia una serie de Papas santos que la han guiado por las turbulentas aguas del siglo XX y este inicio del XXI. Algunos de ellos, como San Pío X y el Beato Juan XXIII, ya han sido solemnemente elevados a los altares. Al parecer, Juan Pablo II será el próximo. Además de una buena noticia, una invitación de Dios para todos los que formamos el Cuerpo místico de Cristo: vivir la vocación a la santidad, según nuestro particular estado de vida.
Yo sigo orando por la pronta beatificación de otros dos grandes Pontífices: Pío XII y Pablo VI.
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