La palabra “paz”
es como una armonía en la que resuenan, a la vez, otras palabras esenciales:
justicia, amistad, desarrollo, inclusión, Dios, hermano, etc. Expresa uno de
los deseos esenciales del corazón humano.
La paz es un don
de Dios y una responsabilidad cotidiana de cada ser humano.
Por eso, hay que
educarse para la paz. “Es necesario -anota Benedicto XVI- enseñar a los
hombres a amarse y educarse a la paz, y a vivir con benevolencia, más que con
simple tolerancia”.
Esta última frase (benevolencia más que tolerancia) me ha
llamado la atención.
La palabra “benevolencia” significa literalmente: querer el
bien. El amor de benevolencia, por ejemplo, es lo que distingue a la amistad de
las otras formas de amar, especialmente del amor que se busca a sí mismo. En la
benevolencia se busca el bien real y concreto de la otra persona. De ahí la
nobleza de la amistad.
Para construir la paz tenemos que educarnos en la capacidad
de mirar la vida desde la óptica del prójimo. Desde el otro. Poner al otro en
el centro de mis preocupaciones.
Esto no es ingenua utopía. Aquí en Mendoza, hubo un tiempo
en que el cuidado del ambiente (la acequia, el árbol y el agua) se hacía
pensando en el bien de todos.
La tolerancia, aunque buena, es poca cosa. Es demasiado poco
para la vida ciudadana, porque de lo que se trata es de la convivencia entre
seres humanos. Es poco “tolerar” al otro. Estoy llamado a amarlo y a promoverlo
en su dignidad de persona.
La pedagogía de la paz -continúa Benedicto- “supone la difusión
de una pedagogía del perdón. El mal, en efecto, se vence con el bien, y la justicia
se busca imitando a Dios Padre que ama a todos sus hijos (cf. Mt 5,21-48).
Es un trabajo lento, porque supone una evolución espiritual, una educación a
los más altos valores, una visión nueva de la historia humana”.
No hay vida común sin arrepentimiento y perdón. O, mejor,
sin el amor que se hace perdón y que despierta el arrepentimiento.
La condición para todo esto es, según la enseñanza del Papa,
“una rica vida interior, claros y válidos referentes morales, actitudes y
estilos de vida apropiados”.
La construcción de la paz es obra de hombres y mujeres
nuevos. Y Jesucristo es el que hace nuevas todas las cosas. La fe nos pone en
comunión con Él.
Dios es el garante de la paz. Solo en Dios el hombre
encuentra la paz que anhela.
Estas sencillas reflexiones están tomadas del n° 7 del Mensaje
del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada mundial de oración por la paz
2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.