Estamos acostumbrados a que nuestros amigos de los medios utilicen, a la hora de darnos noticias sobre el Papa, expresiones como: "condenó" "arremetió", etc. Todo oscuro, muy oscuro...
Aquí va un mensaje que puede ayudarnos a recuperar aliento en esta calurosa Navidad.
Destaco aquí un párrafo que me parece sencillamente evangélico. Abajo reporto el Mensaje completo.
Este poder del hombre de cerrarse a Dios puede darnos miedo. Pero he aquí la realidad que aleja este pensamiento tenebroso, la esperanza que vence el miedo: la verdad ha brotado. Dios ha nacido. «La tierra ha dado su fruto» (Sal 67,7). Sí, hay una tierra buena, una tierra sana, libre de todo egoísmo y de toda cerrazón. Hay en el mundo una tierra que Dios ha preparado para venir a habitar entre nosotros. Una morada para su presencia en el mundo. Esta tierra existe, y también hoy, en 2012, de esta tierra ha brotado la verdad. Por eso hay esperanza en el mundo, una esperanza en la que poder confiar, incluso en los momentos y en las situaciones más difíciles. La verdad ha brotado trayendo amor, justicia y paz.
MENSAJE "URBI ET ORBI"
Martes 25 de diciembre de 2012
«Veritas de terra
orta est» - «La verdad ha brotado de la tierra» (Sal 85,12)
Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero,
feliz Navidad a todos vosotros y vuestras familias.
Expreso mi felicitación esta Navidad, en este Año de la fe,
con estas palabras tomadas del Salmo: «La verdad brota de la tierra». En
realidad, en el texto del Salmo las encontramos en futuro: «La verdad brotará
de la tierra»; es un anuncio, una promesa, acompañada de otras expresiones que
juntas suenan así: «La misericordia y la verdad se encontrarán, / la justicia y
la paz se besarán; / la verdad brotará de la tierra, / y la justicia mirará
desde el cielo; / el Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su
fruto. / La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos» (Sal 85,11-14).
Hoy, esta palabra profética se ha cumplido. En Jesús, nacido
en Belén de la Virgen María, se encuentran realmente la misericordia y la
verdad, la justicia y la paz se han besado; la verdad ha brotado de la tierra y
la justicia mira desde el cielo. San Agustín explica con feliz concisión: «¿Qué
es la verdad? El Hijo de Dios. ¿Qué es la tierra? La carne. Investiga de dónde
nació Cristo, y verás que la verdad nació de la tierra… la verdad nació de la
Virgen María» (En. in Ps. 84, 13). Y en un sermón de Navidad
afirma: «Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió
la profecía: “La verdad ha brotado de la tierra, y la justicia ha mirado desde
el cielo”. La Verdad que mora en el seno del Padre ha brotado de la tierra para
estar también en el seno de una madre. La Verdad que contiene al mundo, ha
brotado de la tierra para ser llevada por manos de una mujer… La Verdad a la
que no le basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un
pesebre. ¿En bien de quién vino con tanta humildad tan gran excelsitud? Ciertamente,
no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos» (Serm. 185,
1).
«A condición de que creamos». Ahí está el poder de la fe.
Dios ha hecho todo, ha hecho lo imposible, se ha hecho carne. Su omnipotencia de
amor ha realizado lo que va más allá de la comprensión humana, el Infinito se
ha hecho niño, ha entrado en la humanidad. Y sin embargo, este mismo Dios no
puede entrar en mi corazón si yo no le abro la puerta. Porta fidei. La
puerta de la fe. Podríamos quedar sobrecogidos, ante nuestra omnipotencia a la
inversa. Este poder del hombre de cerrarse a Dios puede darnos miedo. Pero he
aquí la realidad que aleja este pensamiento tenebroso, la esperanza que vence
el miedo: la verdad ha brotado. Dios ha nacido. «La
tierra ha dado su fruto» (Sal 67,7). Sí, hay una tierra buena, una
tierra sana, libre de todo egoísmo y de toda cerrazón. Hay en el mundo una
tierra que Dios ha preparado para venir a habitar entre nosotros. Una morada
para su presencia en el mundo. Esta tierra existe, y también hoy, en 2012, de
esta tierra ha brotado la verdad. Por eso hay esperanza en el mundo, una
esperanza en la que poder confiar, incluso en los momentos y en las situaciones
más difíciles. La verdad ha brotado trayendo amor, justicia y paz.
Sí, que la verdad brote para la población de Siria,
profundamente herida y dividida por un conflicto que no respeta ni siquiera a
los enfermos y cosecha víctimas inocentes. Una vez más hago un llamamiento para
que cese el derramamiento de sangre, se faciliten las ayudas a los prófugos y a
los desplazados y, a través del diálogo, se alcance una solución política al
conflicto.
Que la paz brote en la Tierra donde nació el Redentor, y él
conceda a israelíes y palestinos la valentía de poner fin a tantos años de
luchas y divisiones, y emprender con decisión la vía de la negociación.
Que en los países del Norte de África, que atraviesan una
profunda transición en la búsqueda de un nuevo futuro – en particular en
Egipto, la amada tierra bendecida por la infancia de Jesús – los ciudadanos
construyan juntos sociedades basadas en la justicia, el respeto de la libertad
y la dignidad de cada persona.
Que la paz brote en el vasto continente asiático. Que el
Niño Jesús mire con benevolencia a los numerosos pueblos que habitan en
aquellas tierras y, de modo especial, a cuantos creen en él. Que el Rey de la
Paz dirija su mirada a los nuevos dirigentes de la República Popular China en
el alto cometido que les espera. Expreso mis mejores deseos de que en esta
misión se valore la contribución de las religiones, respetanto a cada una de
ellas, de modo que puedan contribuir a la construcción de una sociedad
solidaria, para bien de ese noble pueblo y del mundo entero.
Que la Navidad de Cristo favorezca la vuelta de la paz en
Malí y de la concordia en Nigeria, donde crueles atentados terroristas
continúan causando víctimas, particularmente entre los cristianos. Que el
Redentor ayude y consuele a los prófugos del Este de la República Democrática
del Congo y conceda la paz a Kenia, donde sangrientos atentados han golpeado la
población civil y los lugares de culto.
Que el Niño Jesús bendiga a los numerosos fieles que lo
celebran en Latinoamérica. Que haga crecer sus virtudes humanas y cristianas,
sostenga a cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su
tierra. Que fortalezca a los gobernantes en su compromiso por el desarrollo y
en la lucha contra la criminalidad.
Queridos hermanos y hermanas, amor y verdad, justicia
y paz se han encontrado, se han encarnado en el hombre nacido de
María en Belén. Ese hombre es el Hijo de Dios, es Dios que ha entrado en la
historia. Su nacimiento es un brote de vida nueva para toda la humanidad. Que
todas las tierras sean una tierra buena, que acoge y hace brotar el amor, la
verdad, la justicia y la paz. Feliz Navidad.
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