Durante la pasada reunión de la Comisión Permanente del
Episcopado argentino, el Nuncio del Papa, Mons. Emile Paul Tscherrig, nos
regaló a los obispos de la Comisión el libro del Santo Padre sobre la infancia
de Jesús.
Es un texto breve y sencillamente delicioso. Se lee con
placer y -creo yo- con provecho espiritual.
En esos días, una periodista de Los Andes me mandó una serie
de preguntas sobre el libro. Algunas de mis respuestas han aparecido en un
artículo que publica el diario este 8 de diciembre.
Por su interés, transcribo a continuación tanto las
preguntas como el contenido completo de mis respuestas.
Está de más decir que aconsejo vivamente la lectura del
libro del Santo Padre.
1) ¿Qué nos quiere reflejar Joseph Ratzinger en esta última
obra?
Este libro es parte de un proyecto más amplio: escribir
sobre la figura y el mensaje de Jesús. La fuente principal: los escritos del
Nuevo Testamento, especialmente los evangelios.
Una correcta interpretación de estos textos supone dos preguntas:
¿qué mensaje quisieron transmitir sus autores? ¿Qué me dicen a mí, aquí y
ahora?
La fe cristiana es encuentro con Jesús como un ser vivo, no
como un mero personaje del pasado. La lectura de la Biblia supone tomar en
serio estos dos aspectos: La Biblia es palabra de Dios en palabra humana.
Este tercer volumen -el más breve- enfoca los relatos de la
infancia de Jesús, transmitidos por diferentes tradiciones y recogidos por dos
evangelistas: Lucas y Mateo.
Estos relatos responden a la pregunta fundamental del
evangelio (¿Quién es Jesús?) prestando atención a su origen: nacimiento, a su
pueblo e historia, a su concepción virginal.
2) ¿Qué opinión le merecen a la Iglesia local las diferencias
referidas al Pesebre de Navidad, como la existencia de animales o la
procedencia de los Reyes Magos? a qué apunta el autor del libro?
La intención del Papa no ha sido polemizar con la práctica
tradicional del pesebre. Todo lo contrario: mostrar su verdad y hondura de fe.
En ambos casos, ha mostrado cómo la Iglesia ha leído estos relatos a la luz de
la misma tradición bíblica.
Es cierto: el relato de san Lucas no habla ni del buey ni
del asno. Dice sencillamente que Jesús fue recostado sobre un pesebre. Al buen
conocedor de la Biblia, ese dato le evoca algunos textos del antiguo
testamento, por ejemplo Is 1,3: “El buey conoce a su amo, el asno el pesebre de
su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende”.
En el caso de los magos, también el relato de san Mateo ha
sido leído a la luz de otros textos bíblicos, identificando en estos sabios a
los pueblos de la tierra que reconocen al Salvador. El Salmo 72 habla de reyes
lejanos, de oriente a occidente, que le traen regalos al Mesías.
Así se lee la Biblia. Los textos se iluminan mutuamente. El
armado del pesebre es un acto sencillo de representación del entero mensaje
bíblico, por eso -como el mismo Papa lo afirma- no se puede hacer sin incluir
al buey, al asno, a los reyes, y demás personajes.
3) ¿Considera que se debe trazar una diferenciación entre lo
que es una "tradición" del real significado del nacimiento de Jesús?.
Si es así, ¿porqué?
El real significado del nacimiento de Cristo solo se
interpreta en el marco de la tradición de la Iglesia. El texto bíblico ya es
tradición. Antes de ser puestos por escrito, estos relatos circularon como
tradición oral. Una vez que fueron puestos por escritos han dado lugar a un
conjunto muy sólido y armónico de tradiciones espirituales, devocionales e
incluso artísticas.
Es cierto: siempre hay que volver al texto bíblico. Allí
está el Evangelio en toda su pureza. Pero el mensaje evangélico no se puede
interpretar sin prestar atención a los efectos que su anuncio ha producido a lo
largo de la historia. La “Misa criolla” del maestro Ariel Ramírez, por poner un
ejemplo, forma parte de ese rico proceso de transmisión del evangelio. Sus
melodías son ya inseparables del mensaje evangélico. La fe se hace cultura,
decía Juan Pablo II.
4) En este sentido, ¿cuál es la esencia de la Navidad?
La esencia de la Navidad está en esas palabras entrañables
del evangelio del San Lucas. “Mientras estaban en Belén, a María le llegó el
tiempo de ser madre y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y
lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el albergue” (Lc
2,6s).
Ese Niño es Dios con nosotros. No es mito, es historia real.
La fe nos permite descubrir en ese niño al Dios amigo de hombre que se ha hecho
uno de nosotros.
5) ¿Cuál es el mensaje para los creyentes mendocinos que
este 8 de Diciembre se reunirán para armar el tradicional Pesebre?
Yo diría lo que apunté más arriba: al poner las figuras de
María, José, el Niño y los demás en el pesebre, pensemos que estamos formando
parte del evangelio de Cristo. En algunas tradiciones populares, junto a los
personajes evangélicos se colocan hombres y mujeres ataviados con las ropas
típicas de cada pueblo. Tenemos también representaciones argentinas de pesebres
gauchos.
La fe despierta la creatividad y la imaginación. La fe
siempre toca las fibras más íntimas del hombre. La fe humaniza. Armar el
pesebre tiene que ser una fiesta. Eso precisamente quiere decir la palabra
evangelio: una noticia buena que llena el corazón de alegría.
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