El Papa está iniciando su esperado viaje al Reino Unido. La beatificación del cardenal Newman será, sin duda, el momento culminante.
Gracias a Dios, hoy es posible tener información directa de estos eventos. Es decir, reduciendo al mínimo la “mediación” de los medios de comunicación social que, al mentos en lo que hace a la Iglesia católica y al Papa, tienen una opción tomada. No todos, es cierto, pero sí la gran mayoría. ¿Qué opción? Al Papa: leña.
Dicho esto, paso a comentar lo que me interesa realmente. Hemos tenido en tiempo real la traduc-ción del diálogo del Papa con los periodistas en el avión de Alitalia que lo llevaba a Edimburgo. Otro logro del Papa Ratzinger: hasta estas breves (pero enjundiosas) conferencias de prensa logran ser un acto comunicativo de primera. Algo que no ocurría con Juan Pablo II.
De las preguntas que le han hecho rescato la segunda intervención del Papa. El periodista termina preguntándole: “¿Se puede hacer algo para mostrar a la Iglesia como institución más creíble y atractiva para todos?”. Aquí la respuesta del Pontífice:
“Diría que una Iglesia que busca sobre todo ser atractiva, estaría ya en un camino equivocado. Por-que la Iglesia no trabaja para sí, no trabaja para aumentar los propios números, el propio poder. La Iglesia está al servicio de Otro, sirve no para sí misma, para ser un cuerpo fuerte, sino para hacer accesible el anuncio de Jesucristo, las grandes verdades, las grandes fuerzas de amor y de reconci-liación que han aparecido en esta figura y que vienen siempre de la presencia de Jesucristo. En este sentido, la Iglesia no busca el propio atractivo sino que debe ser transparente para Jesucristo. Y en la medida en que no está para sí misma, como cuerpo fuerte y poderoso en el mundo, sino que se hace sencillamente voz de Otro, se convierte realmente en transparencia para la gran figura de Cristo y las grandes verdades que ha traído a la humanidad, la fuerza del amor. En este momento, se escucha y se acepta que la Iglesia no debería considerarse a sí misma sino ayudar a considerar a Otro, y ella misma ha de ver y hablar de Otro y por Otro. En este sentido, me parece también que anglicanos y católicos tienen el mismo deber, la misma dirección que tomar. Si anglicanos y católicos ven ambos que no sirven para sí mismos sino que son instrumentos para Cristo, amigos del Esposo como dice san Juan, si ambos siguen la prioridad de Cristo y no de sí mismos, entonces van juntos. Porque entonces la prioridad de Cristo los une y no son ya competidores, cada uno buscando el mayor número, sino que están juntos en el compromiso por la verdad de Cristo que entra en este mundo, y de este modo se encuentran también recíprocamente en un verdadero y fecundo ecumenismo.”
Lo que yo subrayo: “En este sentido, la Iglesia no busca el propio atractivo sino que debe ser trans-parente para Jesucristo.”
Me voy a quedar dando vueltas a esta idea.
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