Les propongo las tres ideas en torno a las cuales giró mi predicación en este primer domingo de Cuaresma. Al inicio de la liturgia, habíamos pedido la gracia de progresar en el conocimiento del misterio de Cristo. Así, contemplamos la escena de las tentaciones de Jesús en el desierto.
Primera idea: Sólo quien conoce a Cristo se conoce verdaderamente a sí mismo.
Segunda idea: Sólo Cristo puede decirnos la última palabra sobre nuestra dignidad, sobre los verdaderos peligros que acechan nuestra vida y sobre nuestro fin último.
Tercera idea: Cristo nos conoce mejor que nosotros mismos, con un conocimiento concreto y actual.
La conversión cuaresmal es correr hacia Cristo, dejarnos abrazar por Él, entrar en comunión de amistad con Él.
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