El Adelantado Don Rodrigo |
Los reportes periodísticos comienzan a informarnos de su contenido: que tiene 9 capítulos, en cuantos idiomas ya está traducido, los personajes evangélicos que examina, etc.
Se destaca una información, presente desde hoy en varios medios on line: “El Papa exonera a los judíos por la muerte de Jesús”. O, también: “El Papa Benedicto limpió de cargo y culpa a los judíos por la muerte de Jesús”.
En qué términos examina Ratzinger la cuestión no lo sé. Hay que esperar a leer el texto. Imagino que lo hace en la línea de la mayoría de los teólogos sensatos que abordan este importante tema.
Los años que enseñé cristología (ya pasados, ¡qué nostalgia!) le dedicaba también al menos una clase, precisamente en el contexto en que lo aborda Ratzinger: el misterio pascual de la pasión, muerte y glorificación de Jesús. Usaba de ordinario: Walter Kasper, Angelo Amato u Olegario González de Cardedal.
Los años que enseñé cristología (ya pasados, ¡qué nostalgia!) le dedicaba también al menos una clase, precisamente en el contexto en que lo aborda Ratzinger: el misterio pascual de la pasión, muerte y glorificación de Jesús. Usaba de ordinario: Walter Kasper, Angelo Amato u Olegario González de Cardedal.
Un punto está fuera de discusión. Es la enseñanza del Concilio Vaticano II, que transcribo a continuación. Son tres párrafos de la famosa Declaración “Nostra Aetate” n° 4. Tiene ya 47 años. Un tema que ya fue noticia en aquellos años.
Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los Judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los Judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.
Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los Judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los Judíos.
Por los demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su Pasión y Muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.
Al leer la noticia y los comentarios disparatados que genera, me he acordado de aquel personaje de “Les Luthiers”: el desventurado Adelantado “Don Rodrigo”. Medio distraído o perdido -se nos dice- fundó Caracas en el centro de Caracas, solo que él no se había dado cuenta, porque no lo sabía.
No hay mejor humor que el que nace de la observación de la vida cotidiana.
No hay mejor humor que el que nace de la observación de la vida cotidiana.
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