domingo, 6 de mayo de 2012

Misión sacerdotal


Cuando nos preparábamos para el Gran Jubileo de 2000 surgió la idea de que los sacerdotes y consagrados de la Diócesis hiciéramos una misión en algún lugar especialmente necesitado de su territorio.


No se concretó entonces. La idea fue y vino, una y otra vez, en distintos momentos. Finalmente, este fin de semana la hemos podido materializar.

Las cosas necesitan madurar hasta alcanzar el punto justo. Mucho más las cosas que vienen de Dios y que involucran la libertad de las personas.

Este fin de semana una treintena de curas de Mendoza, con el Arzobispo a la cabeza, participamos de una hermosa experiencia misionera. La ocasión la ofreció el aniversario del Arzobispo Arancibia que, el próximo 28 de mayo, cumplirá veinticinco años de ordenación episcopal.

Cuando le preguntamos cómo quería celebrarlo nos dijo dos cosas: que la celebración no estuviera centrada en su persona sino en la misión que tiene el obispo; por eso, que tratáramos de concretar un gesto, a la vez, misionero y solidario. El obispo tiene como misión primordial de Cristo velar para que el Evangelio sea anunciado. Y esto, hasta el último rincón de la diócesis.

Así fue como nos pusimos a preparar la misión. De los posibles lugares, él eligió  la Parroquia “Nuestra Señora de Guadalupe” que se extiende en una zona de 26 barrios en el pedemonte de Godoy Cruz. Allí también está creciendo el Centro pastoral “San Juan Diego”. La parroquia es atendida por dos sacerdotes jóvenes -P. Mauricio Haddad y P. Michael Belmont- con la ayuda de una comunidad e Hermanas Misioneras Diocesanas que, desde hace un par de meses, han abierto una casa en la capilla “Nuestra Señora de Lourde” del Barrio Sarmiento.

La idea fue recibida con mucho entusiasmo por la comunidad parroquial. Con ayuda del Consejo de Pastoral se puso en marcha la organización. Todo fue muy sencillo y sin demasiada parafernalia. Como debe ser. Como Cristo nos mandó.

La misión se desarrolló con mucha alegría. Puedo decir que el ideal de la Iglesia “en estado de misión” se pudo palpar con mucha claridad. Nos inspiramos mucho en algunos principios misioneros del Siervo de Dios Tarcisio Rubín, que tanto misionó en Mendoza y en toda Argentina: oración, austeridad, alegría, cercanía a los pobres y a los niños.

Como suele ocurrir, en los días previos los laicos de la parroquia recorrieron la zona elegida para misionar avisando del paso de los misioneros. Fue así que, desde la mañana del viernes 4 de mayo empezamos a recorrer los barrios. El acento principal estuvo en la visita a las familias. Visitamos también algunas escuelas, guarderías y centros de salud de la zona. Por supuesto, también tuvieron lugar algunas celebraciones especiales de la Eucaristía y otros actos litúrgicos o de piedad. Algunos sacerdotes se dedicaron a visitar a los ancianos y enfermos.

Momentos especialmente significativos fueron los espacios de oración compartidos. El viernes, por ejemplo, después de la oración de Laudes se expuso el Santísimo Sacramento, que permació expuesto para la adoración durante todo el día. Estos momentos de oración fueron muy hondos.

Acompañados por algunos laicos, los obispos y curas recorrimos las distintas zonas elegidas. En general, la recepción de las familias fue muy buena. Incluso quienes profesan otras religiones nos trataron con cortesía y respeto. En algunos casos se pudo compartir un momento de oración común.

Muchas familias nos abrieron las puertas de su casa para que pudiéramos dormir allí las dos noches, compartiendo también algunos momentos con ellos. Está demás decir que fuimos recibidos y tratados con mucho cariño y delicadeza por estas personas.

En la noche del sábado unas veinte personas -laicos, las hermanas y algunos sacerdotes- hicimos un “Via lucis”, dirigido por el P. Hugo Asid. Fuimos caminando desde el templo parroquial en el Barrio FOECYT hasta el Centro Pastoral “San Juan Diego” de La Estanzuela. El “Via lucis” es una oración similar al “Via crucis”, solo que recorre los relatos evangélicos de las apariciones del Señor resucitado. En medio de la noche, precedidos por el cirio pascual y la imagen de la Virgencita de Guadalupe, y portando también nosotros cirios encendidos, recorrimos las calles de los barrios, rezando, cantando y alabando al Señor.
En la tarde del domingo, compartimos con algunos jóvenes de la parroquia un momento de oración con la Palabra de Dios. Lo guió el P. Pablo López de San Martín.

La Misión concluyó con la Eucaristía dominical en el atrio de la Parroquia.

Todos los momentos fueron acompañados por la Radio cultural Claret-Radio María, a través de la mano del P. Juan Miranda, Párroco de Lavalle. 

Jesús se presentó a sí mismo como el Sembrador que esparce con generosidad la semilla de la Palabra. Él lo ha hecho también a través de nosotros que somos sus instrumentos. Él nos está alentando a vivir con renovado ardor el mandato misionero. A una Iglesia misionera no le van a faltar trabajadores para el campo. 

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