Estoy disgustado
por la decisión del Papa de renunciar al pontificado. Se trata de una decisión
original, porque él es un hombre original y valiente. Le considero un líder espiritual
extraordinario y único. Creo que la contribución de Benedicto XVI ha tenido un
impacto importante. Es un hombre de pensamiento profundo. El cuerpo puede
envejecer, pero la sabiduría nunca envejece.
Su compromiso por
la paz y la humanidad es auténtico. Tiene la sinceridad del verdadero creyente,
la sabiduría de quien comprende los cambios de la historia y la conciencia de
que, a pesar de las diferencias, no debemos convertirnos en extraños o
enemigos.
En el ámbito de las
relaciones entre la Iglesia católica y el pueblo judío, ha realizado numerosos
gestos. Ha afirmado que el pueblo judío no es responsable de la muerte de
Jesús; ha subrayado que los judíos son “nuestros hermanos mayores” y ha dicho
que Dios jamás ha abandonado al pueblo judío. Ha visitado Israel y el Templo
mayor en Roma para expresar su amistad y su solidaridad. En Israel le acompañé
personalmente. Y fue amigable de un modo excepcional y verdaderamente lleno de
afecto. Oró por la paz en Oriente Medio, justamente como hacemos otros y yo.
No puede ser
considerado como el líder administrativo del Vaticano, sino como la guía
espiritual, dotada de profundidad, conocimiento y sabiduría. Le considero un
amigo. Le deseo todo bien y permaneceré en contacto con él.
En Jerusalén
oraremos para que pueda recuperar la fuerza física y ofrecer su propia
sabiduría, profundidad y amistad a todos los pueblos, a todas las religiones.
Le recordaremos con
respeto y estima por todo lo que ha hecho.
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