Desde el domingo pasado, por la noche, he estado en Lunlunta con una tanda de Ejercicios espirituales para los seminaristas de la Arquidiócesis.
El Seminario pone en marcha el año lectivo con un momento fuerte de encuentro con el Señor. A mí me tocó guiar los Ejercicios de 25 seminarista, de 1º de Filosofía a 4º de Teología.
Los 5 nuevos están culminando una convivencia en la montaña, mientras que los 3 alumnos de 2º de Teología han realizado la primera parte del mes de los Ejercicios ignacianos, acompañados por el P. Santiago Nahman.
Por mi parte, les propuse un camino de oración centrado en la contemplación de los misterios de la vida pública del Señor.
Como el Seminario está bajo la protección de N. S. del Rosario, se me ocurrió retomar algunos puntos de la Carta de Juan Pablo II sobre el Rosario, en los que propone a María como modelo de contemplación de los misterios de Cristo. Por eso titulé a los Ejercicios: “En la escuela de María”.
El ejercicio fundamental fue la lectio de algunas páginas evangélicas que nos permitieron volver sobre algunos de los misterios de la vida pública del Señor: el Bautismo en el Jordán, las Bodas de Caná, la Predicación del Reino, el Discipulado, la entrada a Jerusalén y la institución de la Eucaristía.
Con ayuda de la IVª parte del Catecismo pudimos también repasar algunos puntos importantes de la rica tradición católica sobre la vida de oración. De aquí extraigo y transcribo el precioso nº 2725:
“La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos con El nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El “combate espiritual” de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.”
En definitiva: así en la vida como en la oración.
PD. Había pensado escribir este post en los primeros días del retiro, entre otras razones, para pedirles su oración. No logré disponer de un espacio de tiempo para ello. Ahora, la oración es por los frutos de los Ejercicios. La gracia que yo le he pedido al Señor para estos maravillosos jóvenes es el ignaciano “conocimiento interior” de Jesús.
Padre: sé que no le gusta polemizar; ni pretendo que lo haga. Pero sí le pido un poco de luz -como maestro de la Fe- ante este artículo que leo hoy el CLARÍN, y que calculo han leído 2 millones de argentinos. Algo me dice que este buen cura se comió lo del pecado original y todo eso... pero capaz que no entendí nada.
ResponderEliminarhttp://www.clarin.com/diario/2010/03/10/um/m-02155799.htm
Hola Anónimo. Teneme paciencia. Tengo a medio escribir algo, ya desde el terremoto de Haití. Primero publico un post que me urge. Un saludo,
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