Esta mañana celebramos la Misa crismal. La liturgia fue precedida, como en años anteriores, por un momento de reflexión. La referencia obligada: el Año sacerdotal.
Destaco dos momentos fuertes: el testimonio del P. Pablo López, párroco de Uspallata, sobre la presencia de las reliquias del Santo Cura de Ars en Mendoza.
Pablo culminó su testimonio con algunos fragmentos de una meditación de Karl Rahner sobre el corazón traspasado del cura.
Seguidamente, el Arzobispo hizo el lavatorio de los pies a cuatro sacerdotes y dos diáconos mayores: Luis Scaccabarozzi, Jesús Navarro, Víctor Zorzín y el querido Vladimiro Rossi, Toño Gallar y Roberto Fucili.
El lavatorio de los pies es un gesto evangélico que la liturgia prevé para la Misa de la Cena del Señor, el jueves santo. Mons. Arancibia quería hacerlo hoy, tomando inspiración del retiro internacional del clero que tuvo lugar en setiembre pasado en Ars.
Además de evocar el servicio de Jesucristo, el signo del lavado de los pies tiene un sentido de purificación y renovación interior. Es lo que quisimos destacar.
La Iglesia da gracias a Dios por sus pastores. Les ofrece en abundancia el Espíritu de Cristo que renueva la vida.
En estos tiempos difíciles, cuando el pecado y la infidelidad de algunos pesan sobre todos, es bueno traer delante de los ojos todo el bien que los pastores hacen, cada día, no solo en el servicio al pueblo de Dios, sino también en la edificación de un mundo más humano.
He pensado mucho también en el Santo Padre Benedicto XVI. Un pastor bueno, humilde y valiente puesto por el Señor en el momento justo, como solo su Providencia puede hacerlo. Oro por él y los invito a todos a hacer lo mismo.
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