Cuando yo pienso, cuando digo: Patria,
me estoy expresando a mi mismo, y me enraízo;
y el corazón me dice que ella es la frontera oculta
que va de mí hacia los otros hombres,
para abrazarlos a todos en un pasado
más antiguo que cada uno de nosotros…
Y de ese pasado – cuando yo pienso: Patria –
emerjo para guardarla en mí como un tesoro,
y sin cesar me acucia el ansia
de cómo engrandecerla,
de cómo ensanchar el espacio
que mi patria habita.
Damos gracias a Dios por nuestra Argentina, también por la tierra mendocina que nos vio nacer o que hoy nos cobija. El día es espléndido: el cielo, el sol, las montañas, la gente, especialmente los niños.
Es cierto que nos duelen muchas heridas abiertas de nuestra patria. Hoy dejémonos llevar por la fuerza transformadora de los signos de vida que alientan el futuro.
Al celebrar hoy a Nuestra Señora de Itatí, pienso también en las mujeres a quienes -al decir del beato Juan Pablo II- Dios les ha confiado el hombre, la humanidad. La renovación espiritual que soñamos para la patria tiene rostro femenino, como la misma redención: "En la plenitud del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido de una mujer ..."
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