jueves, 20 de octubre de 2011

Política


La Iglesia no es ni pretende ser un agente político, suele repetir Benedicto XVI.

¿Su misión? Mostrarnos el camino hacia Dios; enseñarnos el primado del amor a Dios (“con todo el corazón …”) y del amor al prójimo (“como a nosotros mismos … como Él [Cristo] nos amó”).

Sin embargo, no hay mayor revulsivo político que el primer mandamiento de la Ley: Sólo Dios es Dios; Él es único: no tendrás otro Dios más que el Señor; sólo a Él adorarás.

Si la misión de la Iglesia se concentra en esto -como hizo Jesús con el anuncio del reino- todo lo demás vendrá por añadidura.

También la pasión y la cruz. 

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