RENOVACIÓN DE LA ENTREGA CONFIADA A MARÍA 2011
Esta es la oración que rezaremos esta tarde, al culminar la celebración patronal en honor a Nuestra Señora del Rosario.
Dice el Arzobispo:
Santa María, Madre Dios:
Como el discípulo amado al pie de la cruz, al concluir esta
celebración eucarística, también nosotros te abrimos las puertas de nuestra
casa, recibiéndote y confiándonos a ti con sencillez de corazón.
Queridos hermanos: ¡Aquí está nuestra Madre!
Virgen del Rosario: ¡Aquí tienes a tus hijos!
Todos,
a una sola voz, repiten una o dos veces:
Virgen del Rosario:
¡Aquí tienes a tus hijos!
Dice el Obispo auxiliar:
Como nos enseñó el Beato Juan Pablo II: ¡Somos la Iglesia de
Jesús: el pueblo de la vida!
Por eso, Madre, te confiamos, una vez más, la causa de la
vida.
¡Enséñanos a cantar como tú las maravillas del Dios creador
y salvador, que ama la vida!
¡Enséñanos a ser, también como tú, servidores de la vida,
especialmente de la más vulnerable, frágil y amenazada: los pobres, los niños
por nacer, los ancianos y enfermos, los adictos, los que sufren violencia o
discriminación!
¡Contigo, María, somos el pueblo de la vida!
Todos,
a una sola voz, repiten una o dos veces:
¡Contigo, María,
somos el pueblo de la vida!
Dice el Arzobispo:
Como Pastor diocesano renuevo, María, la alianza que este
pueblo creyente ha sellado contigo desde el inicio de la predicación
evangélica, designándote su patrona y protectora.
¡Mendoza es
tierra de María! Los invito a renovar nuestra entrega confiada a la Virgen del
Rosario, rezando juntos la oración que está en la estampa repartida. Digamos
entonces:
Todo el pueblo:
¡Aquí tienes a tus hijos!
Te recibimos como nuestra madre, modelo y protectora.
Renovamos nuestra alianza contigo.
Ponemos nuestra vida entera en tus
manos.
María: ¡Somos todo tuyos!
Queremos renovar las promesas de nuestro Bautismo.
Confiamos en tu oración de cada día,
para vivir nuestra consagración a Dios, que es Amor.
Enséñanos a ser auténticos discípulos misioneros de Jesús.
Para seguir al Señor, renunciamos al pecado,
y a cuanto nos impide amar a Dios y al prójimo.
Contigo, renovamos nuestro SÍ a Cristo en la Iglesia,
para anunciar a todos la alegría del Evangelio,
sirviendo, como tú lo hiciste, a los más pobres y abandonados,
trabajando por el bien común de esta Patria Argentina.
Contigo, Madre, cantamos las maravillas del Señor,
para alabanza de la Santísima Trinidad:
en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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