domingo, 2 de octubre de 2011

N S del Rosario, Patrona de la Arquidiócesis de Mendoza


RENOVACIÓN DE LA ENTREGA CONFIADA A MARÍA 2011

Esta es la oración que rezaremos esta tarde, al culminar la celebración patronal en honor a Nuestra Señora del Rosario.


Dice el Arzobispo:

Santa María, Madre Dios:

Como el discípulo amado al pie de la cruz, al concluir esta celebración eucarística, también nosotros te abrimos las puertas de nuestra casa, recibiéndote y confiándonos a ti con sencillez de corazón.
Queridos hermanos: ¡Aquí está nuestra Madre!

Virgen del Rosario: ¡Aquí tienes a tus hijos!

Todos, a una sola voz, repiten una o dos veces:

Virgen del Rosario: ¡Aquí tienes a tus hijos!

Dice el Obispo auxiliar:

Como nos enseñó el Beato Juan Pablo II: ¡Somos la Iglesia de Jesús: el pueblo de la vida!
Por eso, Madre, te confiamos, una vez más, la causa de la vida.

¡Enséñanos a cantar como tú las maravillas del Dios creador y salvador, que ama la vida!

¡Enséñanos a ser, también como tú, servidores de la vida, especialmente de la más vulnerable, frágil y amenazada: los pobres, los niños por nacer, los ancianos y enfermos, los adictos, los que sufren violencia o discriminación!

¡Contigo, María, somos el pueblo de la vida!

Todos, a una sola voz, repiten una o dos veces:

¡Contigo, María, somos el pueblo de la vida!

Dice el Arzobispo:

Como Pastor diocesano renuevo, María, la alianza que este pueblo creyente ha sellado contigo desde el inicio de la predicación evangélica, designándote su patrona y protectora.

¡Mendoza es tierra de María! Los invito a renovar nuestra entrega confiada a la Virgen del Rosario, rezando juntos la oración que está en la estampa repartida. Digamos entonces:

Todo el pueblo:

Santa María, Madre de Dios:
¡Aquí tienes a tus hijos!
Te recibimos como nuestra madre, modelo y protectora.
Renovamos nuestra alianza contigo.
Ponemos nuestra vida entera en tus manos.
María: ¡Somos todo tuyos!
Queremos renovar las promesas de nuestro Bautismo.
Confiamos en tu oración de cada día,
para vivir nuestra consagración a Dios, que es Amor.
Enséñanos a ser auténticos discípulos misioneros de Jesús.
Para seguir al Señor, renunciamos al pecado,
y a cuanto nos impide amar a Dios y al prójimo.
Contigo, renovamos nuestro SÍ a Cristo en la Iglesia,
para anunciar a todos la alegría del Evangelio,
sirviendo, como tú lo hiciste, a los más pobres y abandonados,
trabajando por el bien común de esta Patria Argentina.

Contigo, Madre, cantamos las maravillas del Señor,
para alabanza de la Santísima Trinidad:
en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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