Querido
hermano y hermana en Cristo:
La paz del
Señor esté siempre con vos.
Espero
sinceramente que mis anteriores cartas te estén ayudando a preparar tu
participación en la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario.
Te he
invitado a mirar a María como discípula que escucha la Palabra y como mujer de
la reconciliación. Ahora, un paso más. Vamos a contemplar a María como “camino
de encuentro con Cristo”.
El encuentro
con el Señor es el acontecimiento que nos define como cristianos. Somos sus
discípulos, porque Él nos salió al encuentro en el camino de la vida, nos
mostró su Rostro y, así, nos conquistó el corazón. La fe es este encuentro con
Jesús. Es el Amén gozoso que le damos al Señor que nos ha llamado por el
nombre. Conocerlo y darlo conocer es nuestro gozo más grande.
Para
destacar la belleza y centralidad de la fe como encuentro con Cristo, el Santo
Padre Benedicto XVI nos ha convocado a celebrar un “Año de la Fe”. Comenzará el
próximo 11 de octubre. La Diócesis está preparando un programa para que lo
aprovechemos a fondo.
Nadie ha
vivido la fe como María. Por eso, ella es nuestra mejor maestra espiritual en
el camino del “Año de la Fe”. Puede ayudarnos a fortalecer y profundizar nuestra
vida de fe, tanto a nivel individual como comunitario.
El beato
Juan Pablo II, reflexionando sobre la experiencia de fe de los pueblos
latinoamericanos, ha señalado que “María es un camino seguro para encontrar a Cristo”.
Y añade: “La piedad hacia la Madre del Señor, cuando es auténtica, anima
siempre a orientar la propia vida según el espíritu y los valores del
Evangelio” (Ecclesia in America 11).
Los tiempos
que vivimos son complejos y difíciles. Mirados desde la fe, podemos decir con
esperanza: esta es la hora de María, la seguidora más radical y perfecta de
Cristo. Esta es la hora de María que, con ternura y firmeza, nos conduce al
encuentro con Cristo.
María nos
enseña que el encuentro con Jesús por la fe se realiza en la Iglesia: Él es la
cabeza y nosotros somos los miembros de su Cuerpo.
En la
Iglesia escuchamos su Palabra, celebramos la divina Liturgia, nos enriquecemos
con el testimonio de los santos, aprendemos a reconocerlo en los pobres, los
excluidos y vulnerables. En la Iglesia misionera tenemos también la experiencia
de encontrarlo cuando lo anunciamos con gozo a nuestros hermanos.
Este
encuentro con Cristo en la Iglesia, tiene lugar, de manera privilegiada en la
Eucaristía. Cada vez que celebramos la Misa, Cristo nos reúne en su Cuerpo; nos
hace su Iglesia, su familia, su pueblo.
¿No es esto
lo que vivimos, cada año, en la Fiesta de la Virgen del Rosario, cuando su
bendita imagen recorre el Teatro griego y nos conduce a la gran Eucaristía
presidida por el Obispo?
Quisiera proponerte,
a partir de todo lo que venimos diciendo, tres puntos para reflexionar y una sugerencia
para tu preparación inmediata a la Fiesta de la Virgen del Rosario.
1. La Eucaristía dominical: Ya habrás
escuchado de aquellos primeros cristianos que fueron sorprendidos por la
autoridad pública, celebrando la Eucaristía en el día del Señor. Estaba prohibido,
y se lo recordaron. Ellos respondieron con sencillez: “Nosotros no podemos
vivir sin el domingo”. Sufrieron el martirio por celebrar la Eucaristía
dominical.
Te invito a
meditar esta frase, y a hacer tuyo su mensaje, su enseñanza: “Nosotros
-vos y yo- no podemos vivir sin el domingo”.
La Eucaristía dominical es momento
privilegiado de encuentro con Cristo resucitado. En ella descubrimos que Cristo
está vivo, nos reúne en su familia que es la Iglesia, y nos envía a los
hermanos, especialmente a los más alejados, pobres y sufrientes. Realmente, los
cristianos no podemos vivir sin la Eucaristía dominical.
2. La
adoración al Santísimo Sacramento: La participación en la Eucaristía se
prolonga en la adoración del Santísimo reservado en el Sagrario o solemnemente
expuesto para la adoración pública.
Gracias a
Dios, nuestras comunidades cristianas están recuperando esta tradicional práctica
católica, y con mucho fruto. Te invito a experimentar en tu propia persona la
belleza de permanecer en silenciosa actitud de alabanza y adoración ante el
Señor en la Eucaristía. Con la Biblia en la mano, repasando con María las
palabras del Señor y contemplando con sus ojos y su corazón al Cristo
eucarístico.
3. Vivir
eucarísticamente: La participación en la Eucaristía y la adoración nos
impulsan a vivir una espiritualidad eucarística. A vivir según la Eucaristía
que celebramos y adoramos.
¿Qué significa
esto? Prolongar en nuestra vida cotidiana lo que hemos celebrado el Domingo: el
sacrificio pascual de Cristo que se entregó a sí mismo por nosotros. El fruto
de la Eucaristía es una vida transfigurada por el amor de Cristo.
María y los
santos son los modelos a imitar: celebraron la Eucaristía y vivieron en
coherencia con ella. Hicieron de sus vidas una ofrenda a Dios por su cercanía
con los más pobres, por su servicio generoso, por su testimonio de la verdad,
incluso hasta el martirio. Este es también un hermoso proyecto de vida para
cada uno de nosotros: Vivir de acuerdo a la Eucaristía que celebramos.
Sugerencia: En la Eucaristía de la
Fiesta patronal diocesana, y a días de iniciar el “Año de la Fe”, vamos a
renovar nuestras promesas bautismales. ¿Te animás a prepararte para este
momento? Te propongo algo muy sencillo: una oración inspirada en el Documento
de Aparecida:
Jesús,
Maestro, Amigo y Salvador:
Quiero expresarte
la alegría de ser tu discípulo
y de haber sido enviado
con el tesoro de tu Evangelio.
Es la alegría de María,
tu madre.
Ser cristiano no es una
carga,
sino un regalo, un don, una bendición.
¡Cómo deseo que la
alegría
de haberme encontrado con Vos,
llegue a todos los hombres y mujeres
heridos por la adversidad!
Conocerte, Jesús, es el
mejor regalo
que puede recibir cualquier persona.
Haberte encontrado
es lo mejor que me ha ocurrido en la vida,
y darte a conocer,
con las palabras y con la vida,
es mi mayor alegría.
Creo en Vos, Señor
Jesús,
con la fe de la Iglesia.
Con mis hermanos y hermanas
me dispongo a decirte:
Sí, creemos.
Aumenta, Señor, nuestra fe.
Amén.
Con mi
bendición,
+ Sergio O. Buenanueva
Obispo auxiliar de Mendoza
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.