Hoy quería escribir algo sobre Santa Teresa de Jesús. Es su memoria. Esta mañana celebré la Misa en el Carmelo. Allí es solemnidad. Quería escribir dos palabras sobre esta gran mujer, pero lo de Saramago me ganó de mano. De todos modos, no quisiera dejar pasar el día sin decir dos palabras. En realidad, no son mías, sino las de la Iglesia orante.
Transcribo la oración colecta de la Misa de hoy:
Dios y Padre nuestro, que por la acción de tu Espíritu elegiste a santa Teresa de Jesús para mostrar a la Iglesia el camino de la perfección, concédenos alimentarnos siempre con su doctrina espiritual y arder en deseos de verdadera santidad.
¿Qué nos enseña esta Doctora de la Iglesia? Entre tantas buenas cosas, que la búsqueda de Dios nunca cesa, que la oración es más necesaria que el aire, y que el Dios amor es, en realidad, el que nos busca, porque nos ama y quiere comunicársenos como Amigo y Esposo.
Muy estimado Padre, Obispo y Auxilio de Mendoza,
ResponderEliminarCelebro vivamente esta nueva bitácora, Areópago virtual desde el cual anunciar al Desconocido del Panteón posmoderno, desde la descubierta cubierta de la nave de la Iglesia, internada en el in altum de estos tiempos tempestuosos.
Celebro también la modalidad pretendida: desde la anécdota cotidiana, poner en relieve al Dios que Acontece entre nosotros (“todo cuanto ocurre —arrive—es adorable”, decía el viejo Bluá).
Y celebro que no sea en dos tiempos (por acá, el hecho raso; y por allá, su trastienda mística), sino en apretado acorde (ese sabroso “dum” de la expresión napolitana, dum narrat, prodit mysterium (mientras cuenta, destila misterio) con que santo Tomás expresa el estilo de los evangelistas).
Celebro que también hoy haya, en esta bendita Mendoza, mucho que narrar y prodigar.
Le auguro al blog —y plugo al Buen Dios por eso— que sea instrumento de abundantes frutos espirituales.
De los dos que nos hacen falta: vitaminas y antibióticos.
Es decir, Gracia hecha Noticia que ayude a crecer; y Gracia hecha Noticia que nos guarde de caer.
Y ojalá —por qué no— sea un espacio eclesial de diálogos fecundos, agudos y sabrosos, ‘deporte’ al que este monje revoltoso se confiesa irremediablemente adicto.
Prosit!
el Athonita
ps: en el post del miércoles, sobre “contagiar esperanza”, iba a comentar,,, y me atajé. Ese “estamos mal pero vamos bien” me hizo acordar a un viejo texto de Ratzinger (1989) sobre la Iglesia holandesa, que reconocía que estaba en el horno, pero todo con entusiasmo y optimismo. Aporto el texto de Prebenito, no como un contrapunto al post, sino al modo de la “hermenéutica de la continuidad”: et-et y nunca aut-aut; sumando, no oponiendo.
http://www.ratzinger.us/modules.php?name=News&file=article&sid=220