sábado, 6 de noviembre de 2010

Un viaje que nos interesa

¡Hace cuánto que no escribo nada! El fin de año se hace sentir, y he tenido muchas cosas entre manos. Ahora mismo estoy preparando el viaje a Pilar para la 100 Asamblea Plenaria del Episcopado.

Los obispos vamos a dedicar dos jornadas enteras a repasar nuestro rol en la "pastoral sacerdotal", es decir, en la acción de la Iglesia-madre que acompaña a sus pastores para que vivan plenamente su vocación a la santidad en el ministerio.

A mí me toca coordinar algunos trabajos de reflexión de los obispos. Lo venimos preparando con mucho empeño desde hace meses.

Si todavía quedan lectores de este blog, les ruego que recen por nosotros.

Es de otro viaje del que quiero hablarles: el viaje de Benedicto XVI a Santiago de Compostela. Nos interesa porque nosotros, los mendocinos, veneramos al "Patrón Santiago" como nuestro patrono y protector. Yo le tengo una devoción especial al "Santo Patrono Santiago".

En los dos discursos que he podido leer a las apuradas, se ha destacado con fuerza esta idea: peregrinar es salir de sí mismo para ir al encuentro de Dios, para ir al encuentro de la verdad.
El hombre está en búsqueda de la verdad. Solo en la verdad plena de sí mismo puede el hombre alcanzar la libertad.

Un fragmento del discurso en el Aeropuerto de Santiago de Compostela:

"En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser. Al mismo tiempo, la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquél que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo. Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, “a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención” (1 Co 1,30). Por eso, también yo me he puesto en camino para confirmar en la fe a mis hermanos (cf. Lc 22, 32)."





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