jueves, 28 de julio de 2011

Jóvenes

Un joven masacra con frialdad a otros jóvenes. Las imágenes del horror no se asimilan. Llegan desde Noruega, pero evocan también lo que pasa por otras latitudes más calientes. También aquí.

La Biblia tiene entre sus relatos primordiales aquel del fratricidio original: Caín mata a su hermano Abel. Envidia, resentimiento, baja autoestima. El relato se resiste a lecturas psicologizantes. Desnuda un hecho brutal: hermanos convertidos en enemigos. Hasta el derramamiento de sangre.

En medio del horror, la pregunta divina: “¿Dónde está tu hermano?”. En medio de la espesa oscuridad una luz, pequeña pero esperanzadora: “es mi hermano… todo hombre es mi hermano”.

En la plenitud de los tiempos, el Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, plantará su morada entre nosotros. Se convertirá en nuestro hermano. Se hará prójimo de los expoliados. El hermano está en la cruz. La redención es un enorme gesto de fraternidad de Dios. Se hizo hermano de todos los humillados, para que su Abba llegara a ser el Padre de todos.

Pienso con ilusión en los jóvenes del mundo que se encontrarán en Madrid. De Mendoza van unos cuatrocientos. Pienso en los chicos que van a recibir la cruz peregrina en la próxima Fiesta patronal diocesana. Pienso en los jóvenes que voy confirmando en parroquias, colegios y otras comunidades cristianas. Los confirmo, ¡comunicándoles el Espíritu de Jesús!

El mensaje del evangelio es sencillísimo: Dios es Padre, nosotros sus hijos; somos hermanos. No tenemos otro empeño más que reconocer este don de gracia, y vivir el amor como Cristo nos amó.

¡Que venga tu Reino a nosotros Padre! 

sábado, 16 de julio de 2011

Nuestra Señora del Carmen

Hoy es la fiesta de Nuestra Señora del Carmen.

Esta advocación está muy vinculada a mi vida. Nací en San Martín, y crecí espiritualmente en la parroquia dedicada a la Virgen del Carmen. Allí aprendí a ayudar en la Misa, de la mano de mons. Manolo Álvarez. Allí fui ordenado diácono y sacerdote.

El día de la Virgen del Carmen del año 2008 se hizo público mi designación como obispo auxiliar de Mendoza.

En estos años he sido capellán “part time” del Carmelo de Mendoza.

La figura del profeta Elías, que sube al Carmelo para restituir el culto al Dios verdadero, es una imagen muy fuerte y decidora de la misión del obispo, hoy y siempre.

Restituir la plena vigencia del primer mandamiento de la ley ante la tentación permanente de la idolatría, en cualquiera de sus formas. En palabras del Deuteronomio 5,6-9:

Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.
No tendrás otros dioses delante de mí.
No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas.
No te postrarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios …

¡Qué María, la hermosura del Carmelo, sostenga la fidelidad de los discípulos de Jesús y su testimonio ante el mundo! ¡Sólo Dios es el Señor!

miércoles, 13 de julio de 2011

Una mirada a las elecciones 2011 desde el ángulo católico

Transcribo a continuación el texto sobre las Elecciones 2011 elaborado por un grupo de laicos pertenecientes a distintos movimientos y asociaciones de la Diócesis. Ha supuesto un trabajo muy intenso de diálogo y consenso. Creo que es un buen material para calentar los motores en vistas a las próximas elecciones. La ACA ha preparado, por su parte, algunos subsidios sobre las primarias de agosto. Ellos los darán a conocer.

Sugerencia: difusión, lectura y trabajo en los grupos parroquiales, movimientos y asociaciones.


REFLEXIONES Y PROPUESTAS SOBRE LAS PROXIMAS ELECCIONES
Los mendocinos estamos a punto de elegir una vez más a nuestros representantes. Las elecciones de octubre de 2011, precedidas por las primarias de agosto en el orden nacional, constituyen un momento importante de nuestro camino como pueblo libre y democrático.
Laicos católicos de Mendoza, miembros del Departamento de Laicos, la Acción Católica, los Espacios de Diálogo Social, la Pastoral Universitaria, el Secretariado  Arquidiocesano de Pastoral Familiar y el Equipo Arquidiocesano de Pastoral Social, atentos a nuestra condición de ciudadanos y creyentes, ponemos a consideración de la ciudadanía las siguientes reflexiones y propuestas para continuar creciendo, con firme esperanza, en la vida democrática, principal medio para el desarrollo humano integral de todos los hombres y mujeres de nuestra Patria.
Las mismas surgen del diálogo y del consenso en torno a nuestras percepciones de la realidad política y social de la Provincia y del País y tienen en cuenta las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia, en particular las emanadas del Episcopado Argentino en los últimos tiempos.
1.    Principios y valores
a)    La dignidad de toda persona humana, origen, centro y fin de la vida social, sujeto de la integridad de los derechos humanos.
b)    La familia, como célula básica esencial de la sociedad, sujeto de derechos y obligaciones inalienables, primera y principal responsable del crecimiento y de la educación de los hijos.
c)    La libertad originaria de los ciudadanos y la subsidiaridad del Estado para garantizar una educación en valores humanos y democráticos.
d)    El bien común como fin de la sociedad y del Estado;  por lo tanto de todas las acciones de gobierno y de ciudadanía. Los ciudadanos somos beneficiarios y corresponsables del bien común de nuestra Nación.
e)    El destino universal de los bienes, la solidaridad y la participación rigen la vida política y social de los pueblos en orden a generar igualdad de condiciones, sin excluidos ni desechables, conforme a nuestra dignidad de personas. En nuestro país adquieren principal relevancia la opción preferencial por los pobres y el fortalecimiento de nuestro sistema democrático.
f)     La subsidiaridad va de la mano con la participación y la solidaridad para permitir y favorecer el verdadero desarrollo humano y social: ni un Estado que abandona ni uno que lo hace todo.
2.    Participación ciudadana
Destacamos la importancia y la esperanza que significa volver a elegir a nuestros representantes. Alentamos a todos quienes están en condiciones de votar a que no dejen de hacerlo. El derecho a votar que la Constitución Nacional reconoce y consagra es para todos.
Nos parece muy importante el servicio de autoridad de mesa. Aceptarlo u ofrecerse manifiesta madurez cívica.
Instamos a los ciudadanos, candidatos, y autoridades a denunciar y no participar de prácticas que limitan la libertad en el ejercicio del voto. El voto no se compra ni se vende.
La riqueza del proceso electoral, radica primordialmente en la participación previa, buscando información adecuada sobre propuestas y candidatos; debatiendo las mismas con otros ciudadanos, concurriendo a foros, difundiendo lo que pensamos, comprometiéndonos en las uniones vecinales, en los equipos de trabajo de los candidatos, en la campaña electoral, mirando la realidad que vivimos a diario, haciendo llegar nuestras necesidades y propuestas, manifestándonos de manera pública y pacífica. Necesitamos seguir recuperando el valor de toda sana militancia.
Solicitamos a los candidatos y a sus partidos políticos que se ocupen de construir y difundir adecuadamente sus proyectos y evitar que la campaña electoral se convierta en una mera campaña publicitaria.
Destacamos además que nuestro voto cobra mayor  importancia aún cuando, junto con otros o en forma individual, exigimos pacíficamente pero con firmeza, bien informados y con convicción, lo que se promete en las campañas electorales.
Los medios de comunicación social, las organizaciones sociales que captan y difunden información, el uso de internet y de redes sociales tienen especial importancia en la difusión de información política adecuada para analizar las alternativas electorales y efectuar el control social de los actos de gobierno. Los partidos políticos en sus sedes, delegaciones y páginas web también suministran información al respecto.
3.     Agenda política electoral
Asumimos y proponemos tener como prioridad "la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos"[i] lo cual constituye todavía, aún considerando los avances, nuestra gran deuda social. Resulta importante que en la agenda política electoral figure explícitamente la manera en que se propone afrontar sistemática e integralmente esta prioridad.
Creemos necesario conocer lo que proponen nuestros candidatos con respecto a:
a)  La protección de la vida desde su concepción y hasta su término natural. En especial el cuidado de mujeres, niños y ancianos que sufren diversas formas de abandono.
b)  El fortalecimiento de la familia como prioridad social.
c)  La problemática de las adicciones;  el tráfico de drogas, de armas y de seres humanos y la situación de adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan.
d)  La inseguridad que afecta a todos los sectores de la sociedad, en especial a los de menores recursos.
e)  El acceso a viviendas y servicios urbanos dignos, preferentemente con el protagonismo principal de quienes las necesitan tanto en su gestación como en su construcción.
f)   El reintegro de sus tierras a los pueblos originarios conforme a lo legalmente establecido.
g)  La necesidad de avanzar definitivamente hacia un verdadero federalismo, en el orden nacional y también en la relación Provincia - Municipio.
h)  La continuidad de  esfuerzos para superar las deficiencias crónicas de nuestros sistemas de salud y de educación.
i)    La erradicación del trabajo infantil, esclavo  y en negro en el ámbito privado e informal en el público.
j)    La puesta en práctica de políticas de desarrollo sostenidas en el tiempo que generen crecimiento  sustentable, con mayor inclusión y equidad y contribuyan a la inserción internacional  de nuestros productores, con especial atención a la Región Latinoamericana.
k)  La minería contaminante y los avances de grupos trasnacionales. Creemos necesario continuar con un debate serio y muy bien difundido, con especial atención al pueblo de Mendoza y a los ciudadanos del lugar, sobre el Proyecto San Jorge y los numerosos proyectos megamineros adicionales presentados en nuestra Provincia.
l)    La reforma política y el mejoramiento del sistema democrático, propuestas tan debatidas y consensuadas con anterioridad.
m) Las formas de eliminar posibilidades de corrupción en el ámbito público y privado.
n)  El desarrollo de las organizaciones de la sociedad civil y su participación y articulación con los organismos del Estado.
Por último consideramos necesario conocer las políticas de estado que pudieran acordarse antes de las próximas elecciones para asegurar su cumplimiento cualesquiera sean quienes resulten electos.
4.     Información sobre los candidatos
Será bueno contar con información confiable y completa relativa a los antecedentes de los candidatos, tanto sobre sus capacidades como sobre sus actuaciones públicas y privadas, sus patrimonios y niveles de ingresos actuales, negocios, proyectos personales  y para la gestión pública a la que se proponen y su conocimiento de los barrios y comunidades más carenciadas así como de las necesidades que las afectan.
Quisiéramos conocer además: ¿Qué intereses personales o de grupo los impulsan a ser candidatos a la función pública que se postulan? ¿Cómo tales intereses se subordinarán a sus servicios al bien común y en especial a los más pobres y excluidos? ¿Cómo harán para sostener en el tiempo los lineamientos de sus propuestas, sin sucumbir sometidos a intereses económicos o propios de la competencia política de cada momento?
5.    Aunar esfuerzos
Las presentes propuestas y reflexiones surgen sobre todo de nuestro compromiso como ciudadanos y se dirigen a todos nuestros conciudadanos.
Por ello queremos invitar a aunar esfuerzos para alentar la esperanza y la participación, difundir información sobre candidatos y sus propuestas y concretar el control social de su cumplimiento. La experiencia  del Diálogo Argentino en Mendoza ha dejado lazos sustanciales en el orden ecuménico e interreligioso así como con organizaciones de la sociedad civil. Queremos sumarnos para recorrer con mayor éxito el camino ya iniciado hacia una democracia más participativa,  transparente y fecunda.
Mendoza, 09 de julio de 2011

[i] Conferencia Episcopal Argentina, Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016) 5

sábado, 9 de julio de 2011

JM Arancibia, Homilía en el "Te Deum" del 9 de julio de 2011

1. Somos ciudadanos. Queremos a la Patria. Somos gente de fe.
 
 Un escrito muy antiguo, fechado en el siglo II, atestigua que desde entonces los cristianos quisieron ser ciudadanos responsables:
Los cristianos residen en su propia patria, pero como extranjeros domiciliados. Cumplen todos sus deberes de ciudadanos y soportan todas sus cargas como extranjeros... Obedecen a las leyes establecidas, y su manera de vivir está por encima de las leyes... Tan noble es el puesto que Dios les ha asignado, que no les está permitido desertar.
 (Carta a Diogneto)  
   Al rezar hoy, dando gracias por una Patria libre y soberana, es bueno recoger esta herencia y tomarla como estímulo para el tiempo presente. Creer en Dios, absoluto y trascendente, no nos aleja del compromiso ciudadano. Al contrario, nos da luces y fuerzas más elevadas todavía, para servir a la Patria desde la verdad y la libertad del corazón. Aunque, sólo en el cielo, tendremos una Patria definitiva.

   Un segundo ejemplo confirma esta convicción. El querido Papa Juan Pablo II, declarado beato en mayo de este año, dejó enseñanzas muy sabias y hermosas sobre la Nación y la Patria. Karol Wojtyla amó intensamente su país y su cultura; sufrió al verla bajo dominio extranjero; sin las libertades de un pueblo soberano; avasallado en su cultura y sus tradiciones. Él escribió en su juventud esta poesía:
Cuando yo pienso, cuando digo: Patria,
me estoy expresando a mi mismo, y me enraízo;
y el corazón me dice que ella es la frontera oculta
que va de mí hacia los otros hombres,
para abrazarlos a todos en un pasado
más antiguo que cada uno de nosotros…
Y de ese pasado – cuando yo pienso: Patria 
emerjo para guardarla en mí como un tesoro,
y sin cesar me acucia el ansia
de cómo engrandecerla,
de cómo ensanchar el espacio
que mi patria habita.
 
 Expresa sentimientos muy nobles por las raíces de su Patria. Con cariño quiere abrazar a todos sus compatriotas, del pasado y del presente; atravesando su larga historia. Y honrando con pasión el pasado, se siente estimulado a querer a su Patria, como algo muy valioso para él; llamado a servirla, para engrandecerla cada vez más.

    Me permito añadir un tercer testimonio, más cercano a nuestro tiempo. Al comienzo de los ochenta, la Patria se encaminaba a retomar la vida democrática. Los pastores invitaron entonces a una reflexión sobre su historia e identidad (CEA, Iglesia y Comunidad Nacional 1981, nn. 7.8.9):

    “América, integrada políticamente a España, no fue una mera repetición cultural, ni de España ni de las culturas precolombinas. Nació y se formó un nuevo pueblo. Y así, en la conciencia de esta nueva y propia identidad, en la conciencia común y solidaria de una propia dignidad que se expresa en el espíritu de libertad, se preparó, ya desde entonces, el principio de la futura independencia.” ... “A partir de estos inicios de la América hispana, en cuyo seno germinó nuestra Nación, se nos plantean grandes interrogantes e inquietantes alternativas: ¿Perseveraremos en partir de la base de un humanismo impregnado de espíritu cristiano? Y, ¿cómo mantener un espíritu cristiano abierto, acogedor y pluralista?” ... “El espíritu cristiano, si bien ha otorgado una íntima  conciencia de la dignidad humana, de la igualdad de los hombres y de los pueblos entre sí, no ha llegado a expresarse plenamente en las instituciones y en las actitudes de la vida.”

   Como vemos, en aquella propuesta había mucho por reconocer y agradecer; como también fuertes interrogantes, a la luz de ideales muy altos y no siempre logrados.

2. Demos gracias por la vida. Roguemos poder respetarla siempre.

   Al repasar con fe cristiana la historia de la Argentina, encontramos muchos motivos para dar gracias. Entre todos ellos, se destaca el regalo de la vida misma. Este es el don primero recibido de Dios. Sólo contando con él puede el hombre soñar y proyectar; trabajar y progresar. Sólo desde su existencia humana, misteriosa y precaria a la vez, camina hacia ideales que lo animan y atraen. Sólo porque EXISTE, aunque no pueda tener todas las repuestas, es capaz de obrar y de amar; de buscar su propio bien, y el de su gente querida.

   Se puede tener por sabio -enseñó el beato Juan Pablo II: quien “considera la vida como un don espléndido de Dios, una realidad ‘sagrada’, confiada a su responsabilidad y, por tanto, a su custodia amorosa, a su ‘veneración’” (Evangelium Vitae 22,1). La vida humana nunca llega a ser simplemente  “una cosa”,  que el hombre reivindica como su propiedad exclusiva, totalmente dominable y manipulable. Y si la vida humana en la tierra tiene un valor tan grande, cuando más valiosa se torna desde la fe, al reconocer que cada persona está llamada a una plenitud de vida que va más allá de la dimensión terrena, porque se le ofrece participar en la misma vida de Dios. “Jesús dice: ‘Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’” (Jn 10, 10). Se refiere a aquella vida ‘nueva’ y ‘eterna’, que consiste en la comunión con el Padre, a la que todo hombre está llamado gratuitamente en el Hijo por obra del Espíritu Santificador. Pero es precisamente en esa ‘vida’ donde  encuentran pleno significado todos los aspectos y momentos de la vida del hombre” (EV 1,3).

   De cada corazón ha de brotar un himno de acción de gracias, porque cuanto hayamos intentado y logrado, tiene como fundamento este don maravilloso, nunca suficientemente reconocido. Don y tarea, confiada a nuestra responsabilidad. Don amenazado, además, por tantas formas de inseguridad y violencia, de abandono y de muerte, de abusos que arruinan la sana y bella existencia humana.

   Los ideales del bicentenario de la Patria, sostenidos todavía por la Iglesia, incluyen la preocupación por la vida y la familia: “Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas. Todo lo dicho será siempre provisorio y frágil, sin una educación y una legislación que transmitan una profunda convicción moral sobre el valor de cada vida humana. Nos referimos a la vida de cada persona en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural. Especialmente pensamos en la vida de los excluidos e indefensos. También en la vida de las familias, lugar afectivo en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y a ser amado. Allí se ilumina la vida afectiva privada y promueve el compromiso adulto con la vida pública y el bien común”. (CEA, Hacia un Bicentenario en justicia  solidaridad, 32) .


3. Imploremos el don de la libertad, fundada en la verdad, y orientada al amor

   Mendoza canta agradecida porque sabe que “acunó la libertad”. Proeza de gente valiente, que sirvió a su patria y a naciones hermanas. Sin embargo, la libertad es un don maravilloso confiado a nuestra responsabilidad.

   Propia del humano existir humano, la libertad requiere ser cultivada como la misma vida. Se orienta y ejercita, ante todo, desde la verdad, siempre mejor conocida y amada. Supone conocer la identidad del ser humano; su dignidad singular; sus derechos y obligaciones esenciales. No ha sido entregada para destruir, sino para edificar. No está dada para cualquier fin, sino para grandes ideales. Necesita por tanto formación  adecuada y  dominio de sí. “La primera libertad -dice san Agustín (s. V)- consiste en estar exentos de crímenes... como serían el homicidio, el adulterio, la fornicación, el robo, el fraude, el sacrilegio y pecados como éstos. Cuando uno comienza a no ser culpable de estos crímenes (y ningún cristiano debe cometerlos), comienza a alzar los ojos a la libertad, pero esto no es más que el inicio de la libertad, no la libertad perfecta... “ (Veritatis Splendor 15,1).

    Repasando de nuevo el ideal del Bicentenario, ésta es la propuesta de los pastores:

“Acercándonos al Bicentenario, recordamos que nuestra patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad, como un regalo que debemos cuidar y perfeccionar. Podremos crecer sanamente como Nación si reafirmamos nuestra identidad común. En esta búsqueda del bienestar de todos, necesitamos dar pasos importantes para el desarrollo integral. Pero cuando priman intereses particulares sobre el bien común, o cuando el afán de dominio se impone por encima del diálogo y la justicia, se menoscaba la dignidad de las personas, e indefectiblemente crece la pobreza en sus diversas manifestaciones.” (HBJS 11).

   Oremos entonces, para alcanzar una libertad, que fundada en la verdad, se compromete cada vez más con la justicia y la solidaridad.

Patria

Acabo de llegar del "Te Deum" en la Parroquia "Sagrada Familia" de Guaymallén. Fue una hermosa celebración. Impecable el Coro Arquidiocesano, que está dando sus primeros pasos. La homilía del Arzobispo Arancibia la voy a colgar en el próximo post. Extraigo de ella una poesía del joven Karol Wojtyla, dedicada a la patria. Dice así:


Cuando yo pienso, cuando digo: Patria,
me estoy expresando a mi mismo, y me enraízo;
y el corazón me dice que ella es la frontera oculta
que va de mí hacia los otros hombres,
para abrazarlos a todos en un pasado
más antiguo que cada uno de nosotros…
Y de ese pasado – cuando yo pienso: Patria 
emerjo para guardarla en mí como un tesoro,
y sin cesar me acucia el ansia
de cómo engrandecerla,
de cómo ensanchar el espacio
que mi patria habita.


Damos gracias a Dios por nuestra Argentina, también por la tierra mendocina que nos vio nacer o que hoy nos cobija. El día es espléndido: el cielo, el sol, las montañas, la gente, especialmente los niños.

Es cierto que nos duelen muchas heridas abiertas de nuestra patria. Hoy dejémonos llevar por la fuerza transformadora de los signos de vida que alientan el futuro.

Al celebrar hoy a Nuestra Señora de Itatí, pienso también en las mujeres a quienes -al decir del beato Juan Pablo II- Dios les ha confiado el hombre, la humanidad. La renovación espiritual que soñamos para la patria tiene rostro femenino, como la misma redención: "En la plenitud del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido de una mujer ..."



viernes, 1 de julio de 2011

Ser sacerdote

Gesto sacerdotal: el Papa impone
las manosen la ordenación 

Si me preguntan qué significa, para mí, ser sacerdote, lo primero que se me viene a la mente es la palabra: “instrumento”.

No estoy intentando una definición teológica. Quiero encontrar palabras para lo que vivo. Porque el sacerdocio forma parte de mi identidad profunda como este hombre concreto que es Sergio Buenanueva. No podría decirlo de otro modo: “me siento sacerdote, pastor, cura… instrumento de Cristo”.

Algunos años atrás no hubiera usado esta palabra. Entonces, sí, tenía mucha teología en mi cabeza. “Instrumento” suena a cosa. Una palabra “despersonalizante”. Así me enseñaron, así lo aprendí y así lo repetía.

Mucha teología en la cabeza. Más que los años de vida sacerdotales. Ahora, con veinte años de vivir como sacerdote, creo que puedo hablar un poco más desde mi propia existencia.

Vuelvo a lo mismo, a la misma palabra: instrumento en las manos de Cristo. En realidad, creo que ahora aprecio mejor la buena teología que, humilde pero certeramente, recurre a esta expresión para hablar del ministro de los sacramentos, el sacerdote: instrumento en las manos de Cristo, que es quien bautiza, perdona, consagra, etc.

Para mí, ser sacerdote es ser instrumento de Cristo resucitado, prestándole mis pobres brazos, pies y manos, mi boca y mis palabras: “Yo te absuelvo…” “Esto es mi Cuerpo… Este es el cáliz de mi Sangre…” “Palabra del Señor”.

En realidad, con esta palabra -ahora tan querida y sentida por mí- la teología habla incluso de la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, asumida por la Persona del Verbo para redimir a la humanidad, para abrir el corazón de Dios a los hombres. Y si vale para el Verbo encarnado…

Por todo esto, en mi oración, le pido a Jesús que me permita ser instrumento suyo. Que él obre, no yo. Que él hable, no yo. Que él haga lo que tenga que hacer.

A veces, mientras escucho a las personas que me confían sus cosas, suelo interiormente suplicar luz y asistencia del Espíritu. Pido ser un instrumento del Maestro interior, el Espíritu. Porque en el cariño sincero que las personas demuestran por el sacerdote, lo están buscando y reconociendo a él, al Señor. Ven al cura y reconocen al Pastor del rebaño. Quieren escuchar su voz.

En fin, aquí me detengo. Tengo la impresión de haber dicho poco. De seguir, seguiría dando vueltas en torno a lo mismo. Dije poco de lo mucho que rebosa dentro de mí.

He escrito esta meditación, al concluir la jornada de este viernes 1 de julio, Solemnidad del Sagrado Corazón, al retorno de unas confirmaciones. La celebración del Don del Espíritu es uno de los espacios donde más y mejor he experimentado lo que significa ser instrumento de Cristo. 

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?

En este día del "Sagrado Corazón de Jesús", tres puntos para meditar:


El primero, directamente del evangelio de hoy: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.  Porque mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mt 11,28-30). De estas palabras de Jesús, la piedad popular ha inventado dos brevísimas y certeras jaculatorias: “Jesús, manso y humilde de corazón: ¡dame un corazón semejante al tuyo!”, y también: “Sagrado Corazón de Jesús: en vos confío”. Vivir la vida con Jesús: nosotros en él y él en nosotros. Nada de lo nuestro le es extraño. Nada se le escapa. Está donde yo y vos estamos. Desde ese preciso lugar, lo invocamos. Con él caminamos en la vida.


El segundo, del discurso de Benedicto XVI al entregar el "Premio Ratzinger" a tres teólogos: "Dios no es un objeto de la experimentación humana. Él es Sujeto y se manifiesta solamente en la relación personal (de persona a persona): lo cual forma parte de la esencia de la persona". La fiesta de hoy es, a la vez, muy popular y hondamente teológica. Dios, en Cristo, abriendo su corazón: se da, se entrega, se ofrece al reconocimiento libre de los hombres.


El tercero, un pensamiento mío, a la luz de lo anterior: nuestra fe es una gozosa afirmación, un "sí" que se grita, que se canta y que, por lo mismo, no puede ocultarse. 


En la segunda lectura de hoy está aquel versículo de San Pablo a los romanos que -permítanme el recuerdo personal- pusimos el día de nuestra ordenación sacerdotal: "¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?" (Rom 8, 35).