viernes, 31 de diciembre de 2010

Otra Argentina es posible

A veces se usa la expresión: “otra Argentina es posible”. Yo mismo la he usado, aunque -lo reconozco- con una cierta incomodidad. Es algo visceral. Me deja incómodo, y basta. Me suena a victimismo insoportable.

Lo he pensado un poco. Creo que la incomodidad viene de la percepción vital de dos cosas reales y verdaderas. Soy argentino y amo esta tierra, su gente, su geografía (aunque la conozco mínimamente), su modo de habla el español, etc. En cierto modo, estoy conforme con todo lo que encierra el sentirse hijo de esta tierra. Pero también me doy cuenta de que muchas cosas tienen que cambiar, porque están mal. Algunas muy mal.

Los dedos se me fueron solos escribiendo estas líneas introductorias para lo que verdaderamente quería escribir. Voy al grano.

Ayer celebré la Misa conclusiva de “Manos a la obra”. Se trata de una iniciativa surgida hace ya varios años (creo que cinco), de la creatividad de los que componen la Pastoral Universitaria de Mendoza (PUM, para los amigos). La idea es bastante sencilla: que nuestros futuros profesionales, en proceso de capacitación en las distintas disciplinas, tengan la posibilidad de ir aplicando sus saberes en contextos sociales menos favorecidos. Tienen así la experiencia de que una carrera profesional puede formar parte de un proyecto de vida personal, radicado en la verdad del ser humano: hijo de Dios y hermanos de sus semejantes.

Los chicos van a algunas zonas de nuestra provincia (primero en Lavalle, ahora en Tupungato). Se instalan en algunos lugares (esta vez fueron cinco centros), y durante una semana trabajan, cada uno desde la disciplina en la que se está capacitando, al servicio de las personas y comunidades que allí se encuentran.

Esta vez se reunieron 240 jóvenes. Unos pocos venidos de La Rioja y La Pampa. No todos católicos. Había varios curas jóvenes, religiosas y seminaristas. También ellos dan lo suyo, sobre todo, en el ámbito espiritual y religioso.

Otros años ya he estado en contacto con esta iniciativa. Siempre me quedo impresionado por la alegría. Bueno, son jóvenes. Vitales. Creo percibir también que algo profundo se da en sus corazones. Como el asomo de una perspectiva de esperanza. O, para decirlo con la frase inicial: que “otra Argentina es posible”.

¡Por Dios! Otra vez la incomodidad. Bueno, ahora mitigada un poco. Contagiada de alegría y esperanza.

Así termino el año, y me dispongo a empezar uno nuevo. Un saludo a todos.

+ Sergio

PD. Me olvidaba. En la Misa comenté brevemente -lo que para mí es todo un logro- aquella exhortación de 1 Jn 2,13.14: “Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno … Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.” El evangelio es aquel relato de San Lucas sobre Ana, la viuda que, después de haber encontrado a Jesús en el Templo, “hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.” (Lc 2, 38). Una vieja que es joven: habla de la libertad, hablando de Jesús. Como la Iglesia: una vieja-joven que anuncia la libertad.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Ver a Dios hecho niño

¿Podemos conocer a Dios?

Una pregunta sencilla que se ha vuelto un angustioso interrogante para muchos.

La tradición católica afirma que sí, que el hombre, con su razón puede conocer con certeza la existencia de Dios. La inteligencia humana está abierta a la totalidad de la realidad. El hombre, por su alma espiritual, se trasciende a sí mismo. Es capaz de la verdad y del bien y, así, de alcanzar a Dios. Dios es y permanece un misterio inaferrable. También es una afirmación clara de de la Iglesia (un dogma de fe definido). Dios es siempre más grande como decían los medievales. Sin embargo, permanece también una realidad sorprendente que el ser humano -una “caña pensante”, al decir de Pascal- está abierto a la trascendencia, a la totalidad de la realidad.

Como decían los antiguos: “homo, capax Dei” (el hombre es capaz de Dios).

A partir de las creaturas el hombre puede llegar al Creador. El camino del hombre hacia Dios pasa por el mundo, las cosas, su propia humanidad. En la tradición cristiana, el viaje al interior de la propia alma es un itinerario privilegiado para descubrir aquella Luz que está en el ápice de la propia alma, que ilumina todo, porque de ella proviene todo lo que existe.

Sin embargo, en su camino hacia Dios, la inteligencia humana encuentra muchos obstáculos. En realidad, la posición correcta del hombre frente a Dios desborda el conocimiento. El hombre está frente a Dios con todo su ser: con su inteligencia, pero también con su mundo afectivo, con su voluntad. Por eso, hay formas de encarar la vida que, de hecho, impiden al hombre reconocer a Dios como tal. La forma de vida del hombre es el espejo que puede reflejar el rostro de Dios, o no.

Así como el compromiso sostenido con el bien y la justicia esclarece la mente del hombre para ver la verdad (de sí mismo, de los demás y de Dios), de la misma manera hay situaciones vitales que ciegan o nublan el ojo del corazón, lo hacen insensible a la luz.

Los autores espirituales suelen señalar que esta ceguera espiritual es más perjudicial para el hombre que algunos pecados concretos.

¿Cuánto hay de pecado, de opción deliberada y libre, en esta situación de ceguera espiritual? Es difícil aseverarlo con absoluta certeza. Es más, creo que, para el hombre este juicio está vedado. Solo Dios conoce, en este punto decisivo, la situación del alma humana. Solo a Él se le reserva semejante juicio sobre el ser humano. ¡Gracias a Dios!

Mi limitada experiencia pastoral me ha enseñado que muchas personas no logran ver a Dios en sus vidas porque, en algún momento de su itinerario personal, algún hecho o situación dramáticos golpearon de tal modo su interior que éste quedó, de hecho, imposibilitado de dar este salto. Siempre se sufre por ello.

También he a prendido que Dios, el único que puede realmente transformar los corazones, es el que puede hacer brillar su luz en el interior del hombre, como hizo en la mañana de la creación (la idea es de San Pablo en 2 Co 4,6). La Iglesia reza por esta gracia cuando, en el Padrenuestro, pide que el Nombre de Dios sea santificado. Es decir, le pide a Dios que se revele al mundo, que se dé a conocer a los corazones.

Dios no es un objeto entre otros, no entra dentro de lo mensurable o cuantificable. Trasciende el espacio y el tiempo. Es el “totalmente Otro”. De alguna manera, el conocimiento de Dios supone siempre una decisión de la libertad de la persona, alguna forma de confianza o de confiarse a Él. A Dios se lo reconoce como un ser personal más que como a un objeto exánime. El ser humano presiente que la presencia de Dios lo desafía, lo hiere y le reclama una transformación libremente asumida. Los grandes místicos, como Jacob, saben que tienen que medirse con el Dios vivo y verdadero, y que en esto se les juega la vida.

Hasta aquí una reflexión más o menos abstracta. Las Escrituras, sin embargo, son más incisivas y concretas en su enseñanza. Nos dicen que solo los puros de corazón, los pobres y sencillos pueden llegar a conocer el rostro de Dios. Los soberbios, los pagados de sí, los que viven curvados sobre sí mismos, los que no son capaces de tender la mano a sus hermanos quedan excluidos, por sus propias decisiones libres, de la posibilidad de conocer a Dios.

En palabras de Jesús: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.” (Mt 11,25-27)

Los signos de credibilidad del cristianismo son muy pobres. Demasiado humanos: una mujer dando a luz en un pesebre; un condenado, desnudo y abandonado por todos, que cuelga de una cruz; una tumba vacía y abierta. Son solo señales, abiertas a distintos significados.

La vida ha puesto a algunos hombres y mujeres en la situación de poder reconocer en estos signos al Dios vivo y verdadero. De repente, uno comienza a ver las cosas de un modo diverso. Comienza a descubrir el hilo rojo que une y da sentido a la multiplicidad de hechos y situaciones vividos. ¿Era Newman el que hablaba del “hilative sense”? En buena teología: la gracia de Dios que, adelantándose, ilumina los ojos del corazón para que el hombre, sostenido por la gracia, diga su “sí” a Dios.

Bueno, aquí termino estas reflexiones desordenadas. Escribo estas líneas después de haber celebrado la Misa de Nochebuena en la comunidad del Señor de Quillacas, en el Barrio Cocucci, en Guaymallén. La celebración fue muy sentida, muy bella. Hacía muchísimo calor. Junto al altar estaba el pesebre, un perro callejero recostado, y los chicos que iban y venían. Celebramos buena parte de la Misa con una cortina musical de cuartetos y cumbias, hasta que alguien se apiadó de nosotros. Al finalizar, con los chicos presentes pusimos la figura del Niño de Dios en el pesebre. Después me fui a otra parroquia a una cena de Navidad que el cura había organizado con las personas que iban a pasar solas esta Nochebuena.

En realidad, terminé de escribir esto antes de irme a la Misa de Navidad en el Carmelo, este sábado 25 de diciembre.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Un niño nos ha nacido. Un hijo se nos ha dado.

¡Muy feliz Navidad para todos!

En breves minutos parto para la comunidad "Señor de Quillacas" de Rodeo de la Cruz, donde celebraré la Misa de Nochebuena. Se trata de una comunidad con una importante presencia de bolivianos que veneran a Nuestro Señor Crucificado con ese nombre, traído desde su Santuario en Bolivia: "Señor de Quillacas".

Antes de la Misa vamos benedecir las obras del templo, pues después de mucho sacrificio han logrado techarlo. Ha sido fruto de la generosidad de muchos, especialmente de los fieles del Decanato de Guaymallén que destinaron la colecta de la Fiesta de la Purísima a tal fin.

En este último tiempo he estado pensando mucho en el modo como Dios salva, sana y redime al hombre. Pienso que sigue estando muy fuertemente metido en nuestro subconsciente la tendencia a reducir la obra de Cristo a un buen ejemplo y, de ahí, a comprender el cristianismo como una moral. En realidad, como moralismo: portarse bien, cumplir, hacer lo correcto, ser coherente y comprometido.

Todo esto es bueno, y forma parte de nuestra vivencia completa de la fe. Navidad, como Pascua, nos recuerda que en la raíz de todo está el don de Dios que se hace cercano al hombre. Le tiende la mano y, así, lo rescata. El amor de Dios primero. Dios primero. Su gracia en la raíz de todo.

En palabras del profeta Isaías que escucharemos esta noche:

“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz …

Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz».”

Isaías 9,1.5


Al desearles una feliz Navidad, le pido al Señor que ilumine sus corazones con la luz de su gracia.

Un saludo a todos.

+ Sergio

Nace Jesús. Nace la Vida. Se renueva la Esperanza

Mensaje de Navidad - 2010

“Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” (Lc 2,6-7)

En la Nochebuena, volvemos a escuchar este relato entrañable, escrito hace dos mil años por un excelente narrador: San Lucas evangelista. Sigue teniendo una sorprendente actualidad.

¿Cuál es su mensaje? ¿Qué nos dice el relato navideño? Es una palabra de paz para todos los hombres de buena voluntad. Escuchémoslo nuevamente.

En el centro del mensaje: una mujer que da a luz

Pocas imágenes son tan elocuentes como la de una mujer dando a luz a su hijo. Allí está simplemente la verdad de la condición humana: la vida es un misterio de gratuidad y donación; vida que engendra la vida. ¿No es hermosa la expresión: “dar a luz”? Es además verdadera: todo queda iluminado allí donde se asoma la vida, por pequeña y pobre que sea.

El relato, sin embargo, no calla el drama. Los gestos humanísimos de esta mamá primeriza que le pone los pañales a su recién nacido, no ocultan una realidad terrible: “No había lugar para ellos en el albergue”, dice lacónicamente Lucas. Hoy usamos la palabra: “exclusión”.

Es el misterio de la condición humana: vida y muerte, siempre enfrentadas; la miseria y la dignidad; el amor y el egoísmo; la verdad y la mentira; el don oscurecido por la mezquindad.

El relato no oculta nada. Se inmiscuye en toda la oscuridad de la condición humana. Es, sin embargo, evangelio, es decir: un anuncio gozoso que procede de la fe, es un testimonio de fe, puesto por escrito para despertar la confianza en Dios y en su acción salvadora. En esta historia humana, Dios mismo está involucrado. Y esto marca la diferencia.

El Evangelio de la Vida

Lo que ocurre en Belén es un preanuncio del mensaje fundamental del Evangelio, que Lucas pondrá en boca de los misteriosos personajes que custodian la tumba vacía de Jesús: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lc 24,5).

Ya el autor del libro de la Sabiduría invocaba al Dios de Israel, con esta sentida oración: “Tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida.” (Sab 11,26)

En nuestro tiempo, el recordado Papa Juan Pablo II acuñó la expresión: el “Evangelio de la Vida”. Se trata -escribía- de “una realidad concreta y personal, porque consiste en el anuncio de la persona misma de Jesús, el cual se presenta al apóstol Tomás, y en él a todo hombre, con estas palabras: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).” (El Evangelio de la Vida, 29).

Dios ama la vida. Él es el creador y el que restaura la vida. Y, porque la Vida, en Jesús, se ha se nos ha manifestado (cf. 1 Jn 1,2), nosotros anunciamos al mundo el Evangelio de la Vida.

La vida humana es una buena noticia

El relato del nacimiento de Jesús es un capítulo fundamental del Evangelio de la Vida. ¿Qué le dice al que lo lee con los ojos de la fe?

Ya en los escritos de Israel, el salmista había exclamado, lleno de estupor: “Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y la estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?” (Salmo 8,4-5).

Al contemplar la escena de Navidad, esta pregunta adquiere un alcance insospechado. “Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer” (Gal 4,4). Dios mismo está ahí, naciendo de una joven mujer. “¿Qué es el hombre para que así lo cuides?”.

Dios ama la vida, se ha hecho hombre. La vida humana, por sí misma, es una buena noticia, no obstante todos los obstáculos, carencias y limitaciones que pueda experimentar. El amor de Jesús se hace más intenso, allí donde la vida aparece más indefensa, herida o amenazada. Él es el amigo de los niños, de los pobres y, sobre todo, de los pecadores. En Jesús está la fuente permanente del humanismo cristiano.

Los jóvenes, la vida y la esperanza

Según nuestra programación pastoral, el año 2011 que se inicia prestará especial atención a los jóvenes. También a la educación y a las vocaciones. Diremos aquí una palabra sobre los jóvenes.

Hoy, muchas amenazas se ciernen sobre la vida de los jóvenes. Solo señalaremos una: el flagelo de la droga. Se trata de un indicador especialmente elocuente: se puede matar la esperanza. Las adicciones crecen allí donde mengua el gusto por la vida. Es toda una radiografía de nuestros fallos como sociedad. También de los discípulos de Jesús. Es una llamada a la conversión.

Como Iglesia, queremos revisar qué estamos haciendo a favor de los jóvenes, cómo les estamos anunciando el Evangelio de la Vida, cómo estamos sembrando en sus corazones la esperanza.

Las iniciativas seguramente serán variadas. Sin embargo, no perdamos el norte. La acción fundamental de la Iglesia con los jóvenes es, sencillamente, llevarlos a Jesús, facilitando el encuentro personal con Él. El alma de un joven, connaturalmente, experimenta la alegría de creer en Jesús.

Buscar a Jesús en la lectura orante de la Biblia, en la celebración de la Eucaristía y la Reconciliación, en el servicio a los más pobres y necesitados, en la comunión gozosa con los hermanos. Los lugares de encuentro con Jesús están, así, al alcance de la mano. Aquí hay que poner el acento.

Este encuentro con Jesús le muestra al joven un modo alternativo de vida. Es la experiencia de un encuentro que lo rescata, lo ilumina y le enseña a vivir. Jesús lo salva: le da la vida eterna.

Ya son muchas las comunidades cristianas que, en la Nochebuena, convocan a los jóvenes para compartir un momento de oración y salir al encuentro de los hermanos que están solos o abandonados. También cerca de Navidad, muchos jóvenes emprenden acciones misioneras que los llevan hasta lugares alejados de su vida ordinaria. La Pastoral Universitaria, por su parte, realiza también “Manos a la obra”, una experiencia que busca desarrollar en los futuros profesionales una responsabilidad social solidaria y gratuita, al contacto con comunidades menos favorecidas.

Son testimonios sencillos de una fe inquieta que no se deja abatir por las dificultades. Además, estas iniciativas son llevadas a cabo precisamente por chicos y chicas, movidos por una generosidad que crece al contacto con la persona de Jesús y las necesidades de los hermanos.

Al reunirnos en esta Navidad en torno a Jesús que nace de María para dar vida al mundo, sintámonos alentados por estos testimonios e invitados a renovar nuestro compromiso con la vida de nuestros jóvenes.

+ José María Arancibia, arzobispo de Mendoza

+ Sergio O. Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza

martes, 21 de diciembre de 2010

Benedicto XVI a la Curia Romana


El Santo Padre Benedicto XVI ha tenido, ayer lunes, su tradicional discurso de fin de año a la Curia Romana. Normalmente hace una evaluación de los principales hechos y situaciones vividos a lo largo del año que se cierra. Son discursos particularmente importantes.

Esta vez, entre otros temas, destaca sin duda la referencia a la crisis por los abusos sexuales a menores protagonizados por sacerdotes. El Santo Padre ha citado una visión de Santa Hildegarda de Bingen, que vio a la Iglesia de su tiempo (s XII) con el rostro y su entera figura sucios por los pecados de los sacerdotes.

Transcribo abajo un párrafo que me ha parecido significativo. Una invitación a la conversión, dirigida a los pastores, en primer lugar. Dice el Papa:

En la visión de santa Hildegarda, el rostro de la Iglesia está cubierto de polvo, y así es como lo hemos visto. Su vestido está rasgado por culpa de los sacerdotes. Tal como ella lo ha visto y expresado, así lo hemos visto este año. Hemos de acoger esta humillación como una exhortación a la verdad y una llamada a la renovación. Solamente la verdad salva. Hemos de preguntarnos qué podemos hacer para reparar lo más posible la injusticia cometida. Hemos de preguntarnos qué había de equivocado en nuestro anuncio, en todo nuestro modo de configurar el ser cristiano, de forma que algo así pudiera suceder. Hemos de hallar una nueva determinación en la fe y en el bien. Hemos de ser capaces de penitencia. Debemos esforzarnos en hacer todo lo posible en la preparación para el sacerdocio, para que algo semejante no vuelva a suceder jamás. También éste es el lugar para dar las gracias de corazón a todos los que se esfuerzan por ayudar a las víctimas y devolverles la confianza en la Iglesia, la capacidad de creer en su mensaje. En mis encuentros con las víctimas de este pecado, siembre he encontrado también personas que, con gran dedicación, están al lado del que sufre y ha sufrido daño. Ésta es la ocasión para dar las gracias también a tantos buenos sacerdotes que transmiten con humildad y fidelidad la bondad del Señor y, en medio de la devastación, son testigos de la belleza permanente del sacerdocio.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Navidad 2010


¿Cómo llegamos a la Navidad?

El Adviento nos toma a fin de año, un poco cansados. Es bueno, sin embargo, que ponga en nuestros labios la plegaria de la esposa del Apocalipsis: “Ven, Señor Jesús”. Un suspiro de esperanza.

Este sábado celebré unas confirmaciones en la Parroquia de Palmira. Los padres carmelitas que la conducen son mejicanos, y han traído de su país natal, un hermoso pesebre, armado detrás del altar. Tiene figuras muy coloridas y dinámicas. Como era de esperar, el pesebre-cuna está vacío, esperando la Nochebuena.

Eso me hizo caer en la cuenta que, este año, todavía no había armado el pesebre de mi casa. Bueno, hoy lo hice.

Les cuento esto, porque al ver el pesebre de Palmira y al armar el mío he pensado que se puede llegar a la Navidad de muy distintas formas. Como los personajes que ponemos en torno al Niño Dios.

Ahí están José y María. La liturgia de este fin de semana nos propuso como “figura inspiradora” la de María, madre y virgen. La maternidad virginal de María es un gran misterio de fe. Y misterio en sentido estricto. Solo la fe nos permite acoger esta realidad y captar su hondo sentido espiritual: el niño que ella lleva viene de Dios, es el Hijo del Padre en un sentido único y original. La virginidad de María, por otra parte, es la expresión corporal de la integridad de su fe y de su confianza en Dios.

Junto a José y María están también los pastores: humildes, tímidos y también creyentes. Junto a ellos, las ovejas. A los chicos les gustan mucho las ovejitas. Es una de las primeras cosas en las que fijan su atención, sea cuando se les relata el Nacimiento, sea cuando se arma con ellos el Pesebre. Siempre en las homilías de estos días les hago alguna referencia a las ovejas, y uno nota rápidamente su interés. Así me pasó este domingo en la comunidad de El Resguardo, en Las Heras (capilla “N. S. de Fátima”). Uno puede llegar a la Navidad como las ovejas traídas por los pastores.

Y si no nos da el cuero para imitar a José, a María, a los pastores o incluso a las ovejas, ahí nomás tenemos al asno y al buey.

Me recuerdan una escena de la saga de Giovannino Guareschi, “Don Camillo”. El inefable cura está preparando las imágenes del pesebre, cuando entra “Peppone”, el Alcalde comunista del pueblo y su contrincante, que se pone inmediatamente a ayudarlo, en medio de un delicioso diálogo. Llegados a un cierto punto, el Cura toma el Niño y la Virgen María, diciendo:

“Aquí está el hijo de Peppone y la mujer de Peppone”. A continuación, toma el asno y dice con ironía: “Y este es Peppone”. A lo que el aludido responde, tomando el buey: “Y este don Camillo”.

El Cura responde con cómplice picardía: “Bueno, entre animales nos entendemos”.

Lo que ocurre en Navidad es muy grande y misterioso. Tanto que solo los humildes y pequeños tiene el alma suficientemente abierta como para entrar en sintonía con ese misterio de amor.

En realidad, María y José, los pastores y las ovejas, el buey y el asno, tienen algo en común: su humilde cotidianeidad.

¡Muy feliz Navidad!, les desea un obispo que se reconoce voluntariamente de parte del asno y del buey en la escena del pesebre de Belén.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El Evangelio anunciado a los pobres

En este tercer domingo de Adviento -el domingo “Gaudete”- hemos escuchado la pregunta que, desde la cárcel y a través de terceros, Juan Bautista dirige a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (Mt 11,3).

La respuesta de Jesús: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres.” (Mt 11,4-5).

Este fin de semana me ha tocado comentar en contextos distintos esta página evangélica. Situaciones distintas de una misma realidad: la Iglesia está experimentando hoy un despertar misionero, insipiente y tímido, pero también muy esperanzador.

El sábado estuve todo el día con algunos alumnos de la Escuela Arquidiocesana de Ministerios que, junto a sus familias, se encuentrar misionando en la Parroquia de Uspallata. El domingo me tocó dar el envío misionero a un nutrido grupo de fieles de la Parroquia “N. S. de Loreto” que inician por estos días una misión en una zona de la jurisdicción parroquial, que abarca varias manzanas de la “ciudad vieja” de Mendoza.

El “Evangelio es anunciado a los pobres”. Un impulso misionero recorre hoy todo el cuerpo de la Iglesia. Es la gracia del acontecimiento de Aparecida, de la que el Documento homónimo es su expresión escrita.

Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.” (Aparecida 29).

Esta es, tal vez, la frase más citada del mencionado Documento. Creo que expresa muy a las claras esta gracia de Dios para su Iglesia en América latina y el Caribe. También para nosotros, aquí, en Mendoza.

En esta Navidad, al mirar al Dios Niño de Belén, tenemos la oportunidad de experimentar, también nosotros, esta gracia salvadora. Estamos llamados a ser misioneros de la esperanza que nace con Jesús en Belén.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La Purísima

En el camino del Adviento nos detenemos para contemplar el rostro de María Inmaculada, la Purísima, la Toda Santa.

El culto a la “madre del Señor” atraviesa toda la historia del cristianismo. Es uno de los signos más fuertes del realismo de la Encarnación. Los hermanos de Jesús honran a María, la veneran y la invocan. Reconocen en su “sí” a la palabra del ángel la culminación de toda la historia de fe del pueblo de Israel. Reconocen en el “sí” de María, el modelo y el espacio abierto para dar el propio “sí” al designio de Dios. De su mano aprenden a ser discípulos de Jesús.

María Inmaculada es un signo luminoso de esperanza para la Iglesia que peregrina en la fe, en medio de las vicisitudes de la historia. Pero es también un signo de esperanza para la humanidad, tentada por la desesperación y el nihilismo.

El profundo pesimismo antropológico que caracteriza la cultura dominante estalla en mil pedazos ante la figura de María. Llena de gracia, María es una de nuestra raza, el mejor fruto de nuestra tierra. Su “fiat” al designio de Dios nos reconcilia con nosotros mismos. De su mano tenemos la posibilidad de comprender qué significa la libertad, hasta donde nos lleva la búsqueda de la verdad, y la confianza en Dios que nos pone siempre en camino para servir a nuestros hermanos.

Creo que en la amistad personal con María se encierra una enorme fuerza evangelizadora para la Iglesia del siglo XXI.

martes, 7 de diciembre de 2010

San Ambrosio


Al celebrar al Santo Obispo Ambrosio de Milán (340-397), la oración de la Iglesia me ha hecho meditar en el ministerio confiado.

"Hombres según el corazón de Dios" es una expresión muy hermosa, pero también exigente. Nos consuela saber que es la promesa de Dios a su pueblo, al comprobar el fracaso de los pastores humanos: "Les daré pastores según mi corazón" (Jer 3,15).

Dios y Padre nuestro, que hiciste del obispo san Ambrosio
un maestro de la fe católica y un testigo admirable de fortaleza apostólica;
suscita en tu Iglesia hombres según tu corazón,
que la guíen con firmeza y sabiduría.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Catequistas


En las visitas pastorales, el obispo suele dedicar un momento especial de diálogo con los catequistas.

La catequesis es una de las tareas esenciales de la parroquia como expresión concreta de la Iglesia. Se encuadra dentro del ministerio profético, cuya finalidad es el anuncio de la Palabra que suscita la fe.

El ministerio profético tiene tres formas básicas de realización: el kerygma, la homilía y la catequesis. Se distinguen por el destinatario. El kerygma es el primer anuncio de la fe, dirigido a quienes nunca han escuchado hablar de Cristo o, como ocurre entre nosotros, a quienes, no obstante haber recibido el bautismo, han debilitado su adhesión personal a Cristo y a la Iglesia hasta el punto de casi perderla. La homilía es el anuncio de la fe en el contexto de la celebración litúrgica, a partir de los textos bíblicos proclamados y del misterio celebrado, para introducir más profundamente a los creyentes en el Misterio de Cristo. Sus destinatarios son hombres y mujeres con una fe al menos inicial.

La catequesis también se dirige a creyentes. Su finalidad es ayudarlos a vivir cada vez más profundamente su condición de discípulos del Señor y miembros de su Iglesia; es decir: educar la fe recibida. Supone una exposición sistemática, gradual y orgánica de la doctrina cristiana. El conocer adecuadamente el contenido doctrinal de la propia fe es un elemento fundamental, sin embargo, la catequesis apunta a la vida misma del discípulo: se trata de acompañar a una persona para que aprenda a vivir como cristiano.

La Iglesia presta especial atención a la persona del catequista, pues considera que éste recibe del Señor una auténtica vocación y misión. No se es catequista por gusto, moda o preferencias personales, sino como respuesta a una llamada que se va haciendo consciente con el paso del tiempo. Considero que ayudar a nuestros catequistas en este proceso de personalización de la llamada del Señor es fundamental para la buena salud de la catequesis.

En mis diálogos con los catequistas suelo insistir en tres expresiones claves: “espíritu misionero”, “encuentro personal con Cristo” y “formación constante”, o también: “ideas claras”.

Espíritu misionero. La situación actual de nuestros catecúmenos nos hace a todos más misioneros. Es decir, el catequista debe también ser un experto en el primer anuncio que despierta la fe: Dios te ama con amor incondicional; Cristo ha expiado tus pecados con su sangre redentora; sos templo del Espíritu Santo que te da la vida y la fuerza de Dios. El catequista, como todo buen misionero, debe estar dispuesto a salir a la búsqueda de las personas, las familias, los niños y jóvenes, los adultos.

Encuentro personal con Cristo. No hay vuelta que darle: el mejor catequista es el santo, el discípulo enamorado y transformado por el encuentro con Cristo. Aquí sobran las palabras: una vida espiritual intensa de oración, escucha de la Palabra, Eucaristía y Penitencia y una caridad ardiente.

Formación para ideas claras. Ante tanta confusión, la doctrina de la Iglesia debe ser apropiada personalmente por el catequista a través de un proceso continuo de lectura, formación, asimilación. Solo así la transmitirá en su integridad, atento a su esencia y a sus consecuencias. El Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio son instrumentos de primera mano para ello. Cada vez me convenzo más de ello, especialmente frente a tanta charlatanería vacua y diletante.

En la foto: con catequistas y un grupo de catecúmenos de confirmación en la Visita pastoral a la Pquia. "San José" de La Paz.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Visitas pastorales 2010


Terminando el año litúrgico y comenzado el Adviento, cerca ya de las fiestas, el Arzobispo y el Obispo Auxiliar queremos saludar y agradecer a las comunidades y a sus pastores, que nos recibieron para una visita pastoral. De acuerdo al programa trazado y consultado con el Consejo Presbiteral, este año fueron muchas las parroquias visitadas, en jornadas muy intensas, y casi siempre en fines de semana. En ellas hemos podido escuchar las inquietudes pastorales, compartir la Palabra y la celebración de los sacramentos, y alentar una evangelización renovada según el Plan Diocesano de Pastoral. Estamos contentos de haber brindado este servicio.

En la visita pastoral el obispo aprende mucho. Tiene la oportunidad de ver cómo Dios va obrando en medio de su pueblo, despertando la fe, la esperanza y la caridad en los corazones. Tiene también la posibilidad de ofrecer sus orientaciones pastorales a fin de que la vida cristiana y el ardor evangelizador de los discípulos misioneros de Cristo se vivan más intensamente.

Las comunidades parroquiales visitadas por Mons. José María Arancibia, a lo largo del año, fueron: “Espíritu Santo” de Godoy Cruz (mayo); “Nuestra Señora del Carmen” de Tunuyán (mayo); “San Antonio” de Las Heras (julio); “Nuestra Señora del Rosario” de Junín (agosto); “Asunción de la Virgen” de Dorrego (septiembre); “Nuestra Señora del Carmen” de Costa de Araujo (octubre); “Nuestra Señora del Rosario” de Lavalle (octubre).

Mons. Sergio Osvaldo Buenanueva visitó las siguientes: “Inmaculado Corazón de María” de Coquimbito (abril); “Virgen Peregrina” de Godoy Cruz (mayo); “San José Obrero” de Gutierrez (junio); “San José” de La Paz (setiembre); “Sagrada Familia” de Guaymallén (octubre) y “Nuestra Señora de la Candelaria” de Maipú (noviembre).

A los sacerdotes, diáconos, colaboradores pastorales y fieles todos de estas comunidades, les deseamos la gracia singular de renovar su entusiasmo por vivir como bautizados el seguimiento de Jesús, y la alegría de tomar parte decididamente en la misión evangelizadora de la Iglesia.

¡Feliz Navidad y Buen Año Nuevo para todos!

martes, 16 de noviembre de 2010

Pastoral sacerdotal


En la reciente Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino (la n° 100), dedicamos dos días a reflexionar sobre la “pastoral sacerdotal”.

Se trata de una expresión reciente que designa una realidad de siempre: la acción de la Iglesia madre que acompaña a sus hijos sacerdotes para que vivan plenamente su vocación y misión. En otras palabras: que los curas sean santos, con la santidad propia de los pastores, que se configuran con Jesucristo Buen Pastor en el ejercicio del ministerio.

El ejercicio del ministerio del Espíritu supone, para el cura: anunciar la Palabra que despierta la fe, reunir al Pueblo de Dios en la caridad, santificarlo por la celebración de los misterios santos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación.

El interés de los obispos por los sacerdotes brota de un amor muy grande por ellos y por el Pueblo de Dios. Lo he podido palpar en estos días.

Pudimos escuchar algunos testimonios de sacerdotes jóvenes, de mediana edad y ancianos. Repasamos los principales desafíos que suponen las cuatro dimensiones de la formación permanente: humano-afectiva, espiritual, intelectual y pastoral. Fue muy importante el repaso que hicimos de la rica enseñanza conciliar sobre la relación obispo-presbíteros. Estuvo a cargo de Mons. Carmelo Giaquinta.

Lo más importante fue el diálogo e intercambio entre los obispos en grupos más pequeños de trabajo. Me impresionó que la mirada sobre la realidad de los sacerdotes provenga de una fe muy honda de los obispos, de una conciencia muy lúcida de la prioridad de la gracia del Espíritu Santo en la santificación de los sacerdotes.

Sin duda que no faltó la mirada sobre los problemas y desafíos más preocupantes que presenta la realidad presbiteral hoy, sobre todo, en los sacerdotes más jóvenes.

En estos, como en otros temas similares, percibo la llamada de Dios a una conversión del corazón, a una reforma de vida más radical, y a un seguimiento de Cristo que toque todas las dimensiones de nuestra persona.

La pastoral sacerdotal es una pastoral de la santidad sacerdotal.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Un viaje que nos interesa

¡Hace cuánto que no escribo nada! El fin de año se hace sentir, y he tenido muchas cosas entre manos. Ahora mismo estoy preparando el viaje a Pilar para la 100 Asamblea Plenaria del Episcopado.

Los obispos vamos a dedicar dos jornadas enteras a repasar nuestro rol en la "pastoral sacerdotal", es decir, en la acción de la Iglesia-madre que acompaña a sus pastores para que vivan plenamente su vocación a la santidad en el ministerio.

A mí me toca coordinar algunos trabajos de reflexión de los obispos. Lo venimos preparando con mucho empeño desde hace meses.

Si todavía quedan lectores de este blog, les ruego que recen por nosotros.

Es de otro viaje del que quiero hablarles: el viaje de Benedicto XVI a Santiago de Compostela. Nos interesa porque nosotros, los mendocinos, veneramos al "Patrón Santiago" como nuestro patrono y protector. Yo le tengo una devoción especial al "Santo Patrono Santiago".

En los dos discursos que he podido leer a las apuradas, se ha destacado con fuerza esta idea: peregrinar es salir de sí mismo para ir al encuentro de Dios, para ir al encuentro de la verdad.
El hombre está en búsqueda de la verdad. Solo en la verdad plena de sí mismo puede el hombre alcanzar la libertad.

Un fragmento del discurso en el Aeropuerto de Santiago de Compostela:

"En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser. Al mismo tiempo, la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquél que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo. Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, “a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención” (1 Co 1,30). Por eso, también yo me he puesto en camino para confirmar en la fe a mis hermanos (cf. Lc 22, 32)."





sábado, 16 de octubre de 2010

Él es nuestra Salvación


"Salvación” es una palabra humana primordial. Custodia algunos de los impulsos humanos más hondos: la posibilidad de superar el mal, alcanzar la propia plenitud, y comulgar con Dios. El cristianismo se concibe a sí mismo como un ofrecimiento de salvación al hombre.

¿Se puede describir brevemente la figura genuina de la salvación cristiana? Sí es posible. Pues la salvación cristiana es una Persona: Jesús de Nazaret, y un acontecimiento: su pasión, muerte y glorificación. Se salva el que está en unido a Cristo. Dos aspectos inseparables: persona y obra, lo que Jesús es en sí mismo y lo que significa para nosotros. La salvación, en clave cristiana, abarca a ambos.

El arte ha logrado expresarlo de manera elocuente. Pienso, por ejemplo, en el triunfo de la cruz, representado en el ábside de la basílica de San Clemente en Roma. Se trata de un mosaico de la primera mitad del siglo XII. La cruz aparece representada como el árbol de la vida. En medio está el Cristo crucificado, pero glorioso. Entrega la vida y, así, da vida. El amor se ha enfrentado con la oscuridad del mal que parece dominar el mundo. A sus flancos: San Juan y la Virgen María. Doce palomas representan a los apóstoles. Desde este centro surge un entramado dorado de hojas de acanto. Es una fiesta para los ojos y el corazón. ¿Tal esplendor de luz y de belleza puede surgir de una visión oscura de Dios, del hombre y del mundo? Es difícil sostenerlo.

Evoco también aquí otras dos imágenes del Nuevo Testamento que han tenido una larga historia en el arte: el Buen Pastor y el Cordero del Apocalipsis. Ambas son figuras de Cristo. Ambas contienen una riquísima doctrina de la salvación. El Buen Pastor conduce a las ovejas, dando la vida por ellas. El Cordero está de pie, como degollado, y es la figura de la humildad que vence la soberbia. En el Apocalipsis, ambas figuras se funden en una sola: “Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos” (Ap 7,17).

La cruz, el Pastor y el Cordero representan, cada uno a su modo y en la convergencia de motivos, lo que los cristianos creemos de la salvación obrada por Cristo. ¿Podemos traducir en discurso lo que expresan las imágenes? Yo diría algo así: Lo que salva es el amor incondicional de Dios manifestado en el don libre de la propia vida, no el mero sufrimiento. O, mejor: el amor que transforma el sufrimiento, inevitable compañero de camino del hombre. Un amor incondicional que sale al encuentro del hombre, donde éste se encuentra y en la situación en la que está. Es inevitable confrontarse con el drama del mal y de la injusticia. En Jesús, Dios mismo ha entrado en el drama humano, en toda su oscuridad, sin ahorrarse nada. Ha bebido el cáliz hasta el final. El amor de Dios ha expiado el pecado del mundo.

viernes, 15 de octubre de 2010

Teresa de Avila


“Al cerrar el libro, dije para mí: Aquí está la verdad”. Con estas palabras, Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz), comenta el hecho más importante de su vida: su paso del ateísmo a la fe cristiana.

El libro al que se refiere es “El libro de la vida” de Santa Teresa de Jesús. Al recibir el bautismo, Edith Stein comentará que, en su alma, ya estaba claro el ingreso a la orden carmelitana. Concluirá sus días, una más entre sus hermanos judíos, en las cámaras de gas de Auschwitz.

¿Qué le ofreció la santa castellana a esta judía, testigo del drama del siglo XX? Pienso que se reeditó entre ellas el encuentro de aquellas otras dos mujeres, con el que se abren los tiempos de la Nueva Alianza: María e Isabel. Y, con ellas, los dos niños: Jesús y Juan.

La Iglesia ha proclamado “doctora” a Teresa de Jesús. Ha reconocido en sus escritos una doctrina genuinamente católica. Escritos que, como la misma santa declara, traducen todo y solo aquello de lo que ella ha tenido experiencia, especialmente en la oración. Ha sido visitada por Dios, como Jesús lo prometió: "El Padre y yo haremos morada en aquel que me ama".

En medio de la oscuridad de la guerra, en el siglo del ateísmo nihilista, Teresa de Jesús ha mostrado, con su vida, el rostro del Dios Verdad, al que hay que confiarse radicalmente, como ella misma lo hizo. La verdad que Teresa de Jesús le ofreció a Edith Stein es Jesucristo, su amado esposo y amigo. El signo de su verdad: una vida transfigurada por el amor, totalmente centrada en Dios. Teresa de Ávila, maestra de vida.

A continuación, el “Coloquio amoroso”, compuesto por la Santa Doctora de la Iglesia. Una perla para este día en que celebramos su memoria:

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

-Alma, ¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de ti?
-Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.

sábado, 2 de octubre de 2010

La Virgen del Rosario


La Virgen lleva en su mano las cuentas del Rosario.
Cuando, cada mañana, repaso los misterios del día,
me gusta pensar que sus dedos guian los míos.

Juan Pablo II, resumiendo lo mejor de su vida de fe,
nos escribió que, en el Rosario,
con el corazón y los ojos de la Madre
contemplamos el Rostro del Hijo.

"Totus tuus sum ego",
repetía con su vida el Papa Magno.

Vale la pena entrar así en el Misterio de la Fe:
con María y como Ella.

En esta Fiesta Patronal Diocesana 2010,
en honor a su maternidad porfiada con nosotros,
vamos a decir, una vez más:
María: "somos todos tuyos".
Amén.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Palabras de sangre

Una buena noticia.

Gran éxito de taquilla está teniendo en Francia la película "Des hommes et des dieux”, de Xavier Beauvois. Relata la vida de los siete monjes trapenses del monasterio "Nuestra Señora del Atlas" en Argelia, secuestrados el 27 de marzo de 1996, y asesinados el 21 de mayo de mayo de ese año.

Habían sido suficientemente advertidos del peligro inminente que corrían. Eligieron libremente permanecer en el monasterio. Uno de ellos escribía al respecto:

Mártir: es una palabra tan ambigua aquí ... Si algo nos pasa, aunque no lo deseo, queremos vivirlo aquí, en solidaridad con todos los algelinos y algelinas que ya han pagado con sus vidas, solidarios solamente con todos estos desconocidos e inocentes ... Permanezco profundamente maravillado.
Citado por: Bernardo Olivera O.C.S.O., Martirio y consagración. Los mártires de Argelia,
Publicaciones Claretianas (Madrid 1999) 13


El P. Bernardo Olivera, argentino y Abad General de los Trapenses por aquellos años, escribía sobre estos monjes y su testimonio:

Hace ya un par de años, en marzo de 1994, me encontré con Christian (de Chergè) en el monasterio de Timadeue. Le dije: La Orden no tiene necesidad de mártires, sino de monjes. Me escuchó y guardó silencio. Luego me miró y dijo: no hay oposición ... Hoy día le doy toda la razón: monjes y mártires. La Orden, la Iglesia, el mundo tenemos necesidad de testigos fieles que hablan con palabras de sangre desde la fuente insondable del primer amor. Tenemos necesidad de seguidores de Jesús listos a seguirlo hasta el fin y prontos a abrazar la cruz del perdón que libera y salva. Dios nos ha regalado todo eso en la persona de nuestros hermanos.
Bernardo Olivera, Martirio y consagración. Los mártires de Argelia, 15


¿Podremos ver en Argentina este filme? Espero que sí.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Testigo del Evangelio de la Gracia de Dios

Queridos amigos:

Estoy partiendo para un día de retiro. Este lunes 27 de setiembre, cumplo dos años de ordenación episcopal. El martes 28 se cumplen veinte años de la ordenación sacerdotal.

Son fechas significativas para mí. Le vengo pidiendo a Jesús dos cosas: Que me permita escuchar de nuevo su "¡Sígueme!" como la primera vez; y que me regale una conversión profunda del corazón.

En estas dos palabras - Sígueme y Conversión - sintetizo lo que se mueve dentro de mí en este tiempo.

Ando leyendo mucho a Newman por estos días. Les transcribo una de sus oraciones que he hecho mía de solo leerla una vez. Está tomada de una recolección póstuma de varios escritos espirituales, recogidos en el volumen: "Meditaciones y devociones". Dice así:

¡Oh misterio de los misterios: que el inefable amor del Padre al Hijo sea el amor del Hijo por nosotros! ¿Por qué fue así, Señor? ¿Qué viste de bueno en mí que soy un pecador? ¿Por qué te empeñas en mí? "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que tú lo visites?". Has puesto tu amor en esta pobre carne mía, esta débil alma pecadora, que no tiene vida excepto por tu gracia. Completa tu obra, Señor, y así como tú me has amado desde el principio, haz que to te ame hasta el fin.


J. H. Newman, Meditaciones y devociones, Agape Libros (Buenos Aires 2007 - 2da edición) 229

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Caminar y orar con el Pueblo de Dios

Hablando de la oración en mis correrías episcopales, tengo que hacer referencia a las procesiones. En estas últimas semanas me han tocado muchas. Una procesión: caminar rezando, llevando en andas una imagen de María, o de Jesús, o de un santo. Caminar rezando y cantando.

Procesiones en el desierto, en las parroquias rurales más alejadas. Pero también, procesiones por las calles de nuestra secularizada ciudad: un puñadito de creyentes detrás de una imagen, llevando en alto el misterio de la fe.

Como al pie de la cruz, la presencia femenina es mayoritaria. ¡Otra que sexo débil! ¡Cuánta razón tienen los teólogos que dicen que el alma de la Iglesia es femenina! Pero también hombres que caminan porque la fe es precisamente eso: un peregrinar. Y están los niños. Uno entiende un poco mejor a Jesús que sentenció: “Si no se convierten en niños no podrán entrar en el Reino de los cielos”.

Rezar con el pueblo, siendo yo mismo parte del pueblo. Estoy aprendiendo a ser obispo, a ser pastor del pueblo. Sé bien que me toca conducir, guiar y predicar en nombre del Maestro. Lo hago con verdadero gusto. No le escapo a la tarea. Sin embargo, cuando mi voz se une a la voz de los hermanos … No sabría explicarlo. Es Jesús el que lo dijo clarito: “cuando dos o tres estén reunidos en mi Nombre: Yo estoy en medio de ellos”. De eso se trata. De Jesús en medio.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ecos de un viaje

Informa Diego Contreras en su Blog: “La Iglesia en los medios”, de las repercusiones del viaje del Papa al Reino Unido, en los medios de habla inglesa. Precisamente, Ross Douthat en el New York Times, hace una serie de apreciaciones, de las que tomo el párrafo final:

[El viaje] ha sido un momento extraordinario, y un recordatorio de la resistencia del catolicismo a través de un abismo de años que ha consumido tronos, naciones, civilizaciones enteras. Esta, sobre todo, es la razón por la que la multitud aplaudió al Papa en Edimburgo, Londres y Birmingham. Porque, casi cinco siglos después de que la fe católica fuera estrangulada, al parecer, la iglesia todavía está viva en Gran Bretaña.


El periodista americano se expresa en unos términos muy parecidos a los de Newman, el día que recibió su nombramiento como cardenal. Después de describir el peligro que el “liberalismo” suponía para la fe y la vida eclesial en su patria, el neocardenal concluía:

Tal es el estado de cosas en Inglaterra, y es bueno que todos tomemos conciencia de ello. Pero no debe suponerse ni por un instante que tengo temor de ello. Lo lamento profundamente, porque preveo que puede ser la ruina de muchas almas, pero no tengo temor en absoluto de que realmente pueda hacer algún daño serio a la Palabra de Dios, a la Santa Iglesia, a nuestro Rey Todopoderoso, al León de la tribu de Judá, Fiel y Veraz, o a Su Vicario en la tierra. El cristianismo ha estado tan a menudo en lo que parecía un peligro mortal, que ahora debemos temer cualquier nueva adversidad. Hasta aquí es cierto. Pero, por otro lado, lo que es incierto, y en estas grandes contiendas es generalmente incierto, y lo que es comúnmente una gran sorpresa cuando se lo ve, es el modo particular por el cual la Providencia rescata y salva a su herencia elegida, tal como resulta. Algunas veces nuestro enemigo se vuelve amigo, algunas veces es despojado de esa especial virulencia del mal que es tan amenazante, algunas veces cae en pedazos, algunes veces hace sólo lo que es beneficioso y luego es removido. Generalmente, la Iglesia no tiene nada más que hacer que continuar en sus propios deberes, con confianza y en paz, mantenerse tranquila y ver la salvación de Dios. «Los humildes poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz» (Salmo 37,11).


Tengo un poco de fiaca para ir a buscar el tomo de “La comunidad del Anillo”, pero: ¿no le dice Gandalf a Frodo algo similar, en aquel maravilloso capítulo: “La sombra del pasado”, acerca del real alcance del poder del mal?

PD. Por "liberalismo", Newman entiende una corriente que afirma que no hay verdades positivas en la religión, por tanto, no existe una "religión verdadera". Todas son iguales. La religión revelada se reduce a un sentimiento o un gusto personal. El sujeto es, en definitiva, el criterio de medida.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Grupos de oración

Visitando las comunidades cristianas de Mendoza me voy llevando una grata sorpresa: en muchas existen grupos de oración de la más variada índole. No son necesariamente muy numerosos, pero están aquí y allá. Pienso que muchos más permanecen “en lo secreto”, como enseñaba Jesús. “En lo secreto”, allí donde solo el Padre ve.

Lo cierto es que, como pastor, me voy encontrando con la tarea (hermosa, por cierto) de animar a esos grupos a perseverar en la oración. No es necesario apelar a grandes ideas. Basta un empujoncito, unas pocas palabras. Nos entendemos rápido.

He repetido de memoria unas palabras del Siervo de Dios Juan Pablo II que transcribo abajo en su tenor literal:

Pero se equivoca quien piense que el común de los cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar su vida. Especialmente ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no sólo serían cristianos mediocres, sino «cristianos con riesgo». En efecto, correrían el riesgo insidioso de que su fe se debilitara progresivamente, y quizás acabarían por ceder a la seducción de los sucedáneos, acogiendo propuestas religiosas alternativas y transigiendo incluso con formas extravagantes de superstición. Hace falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera en un punto determinante de toda programación pastoral.

(Novo millenio ineunte 34).

Al repasar mi propia experiencia de fe, el rol decisivo de la oración se destaca con claridad. Ya he contado en uno de los primeros post lo que significó para mí, siendo todavía un adolescente, ser introducido por el P. Tarcisio Rubin, en el misterio de la oración con los Salmos.

Al tomar contacto con estos grupos tengo la impresión de acercarme al alma invisible de esta Iglesia Diocesana de Mendoza. Lo comparto con ustedes, porque es una buena noticia para todos.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Transparencia de Cristo

El Papa está iniciando su esperado viaje al Reino Unido. La beatificación del cardenal Newman será, sin duda, el momento culminante.

Gracias a Dios, hoy es posible tener información directa de estos eventos. Es decir, reduciendo al mínimo la “mediación” de los medios de comunicación social que, al mentos en lo que hace a la Iglesia católica y al Papa, tienen una opción tomada. No todos, es cierto, pero sí la gran mayoría. ¿Qué opción? Al Papa: leña.

Dicho esto, paso a comentar lo que me interesa realmente. Hemos tenido en tiempo real la traduc-ción del diálogo del Papa con los periodistas en el avión de Alitalia que lo llevaba a Edimburgo. Otro logro del Papa Ratzinger: hasta estas breves (pero enjundiosas) conferencias de prensa logran ser un acto comunicativo de primera. Algo que no ocurría con Juan Pablo II.

De las preguntas que le han hecho rescato la segunda intervención del Papa. El periodista termina preguntándole: “¿Se puede hacer algo para mostrar a la Iglesia como institución más creíble y atractiva para todos?”. Aquí la respuesta del Pontífice:

“Diría que una Iglesia que busca sobre todo ser atractiva, estaría ya en un camino equivocado. Por-que la Iglesia no trabaja para sí, no trabaja para aumentar los propios números, el propio poder. La Iglesia está al servicio de Otro, sirve no para sí misma, para ser un cuerpo fuerte, sino para hacer accesible el anuncio de Jesucristo, las grandes verdades, las grandes fuerzas de amor y de reconci-liación que han aparecido en esta figura y que vienen siempre de la presencia de Jesucristo. En este sentido, la Iglesia no busca el propio atractivo sino que debe ser transparente para Jesucristo. Y en la medida en que no está para sí misma, como cuerpo fuerte y poderoso en el mundo, sino que se hace sencillamente voz de Otro, se convierte realmente en transparencia para la gran figura de Cristo y las grandes verdades que ha traído a la humanidad, la fuerza del amor. En este momento, se escucha y se acepta que la Iglesia no debería considerarse a sí misma sino ayudar a considerar a Otro, y ella misma ha de ver y hablar de Otro y por Otro. En este sentido, me parece también que anglicanos y católicos tienen el mismo deber, la misma dirección que tomar. Si anglicanos y católicos ven ambos que no sirven para sí mismos sino que son instrumentos para Cristo, amigos del Esposo como dice san Juan, si ambos siguen la prioridad de Cristo y no de sí mismos, entonces van juntos. Porque entonces la prioridad de Cristo los une y no son ya competidores, cada uno buscando el mayor número, sino que están juntos en el compromiso por la verdad de Cristo que entra en este mundo, y de este modo se encuentran también recíprocamente en un verdadero y fecundo ecumenismo.”

Lo que yo subrayo: “En este sentido, la Iglesia no busca el propio atractivo sino que debe ser trans-parente para Jesucristo.”

Me voy a quedar dando vueltas a esta idea.

sábado, 28 de agosto de 2010

J. H. Newman y la conciencia


El los próximos días, el Papa inicia su visita al Reino Unido. Punto culminante de esta peregrinación será la beatificación de John Henry Newman (1801-1890), el 19 de setiembre en Birmingham.

Se trata de una de las personalidades más interesantes del mundo católico del siglo XIX. En 1845 culminó un proceso espiritual e intelectual que lo llevó del anglicanismo a la Iglesia católica. Está descrito en un libro de lectura imprescindible: “Apologia pro vita sua. Historia de mis ideas religiosas”. Fue creado cardenal por el Papa León XIII en 1879.

Su influjo crece cada vez más, y lo proyecta como expresión acabada de la vitalidad del cristianismo en el siglo XXI. Una personalidad genuinamente católica.

Cito, a continuación, un largo párrafo de su conocida “Carta al Duque de Norfolk”, en la que aborda, entre otros temas, la cuestión de la naturaleza de la conciencia. El n° 1778 del Catecismo de la Iglesia Católica cita una frase de esta obra de Newman, en la que llama a la conciencia “el más genuino Vicario de Cristo”. Las frases que transcribo se encuentran un poco más delante. Dice así:

La Conciencia tiene derechos porque tiene deberes. Sin embargo, en estos tiempos para gran parte de la gente, el más genuino derecho y libertad de conciencia consiste en hacer caso omiso de la conciencia, dejar al margen al Legislador y Juez, ser independiente de obligaciones no escritas, in-visibles. La cuestión ahora es elegir entre adoptar una religión o no adoptar ninguna, ir a la iglesia católica o a la capilla protestante, hacer alarde de estar por encima de toda religión y ser un crítico imparcial de todas ellas. La conciencia es un consejero exigente, pero en este siglo ha sido desbancado por un adversario de quien los 18 siglos anteriores no habían tenido noticia -si hubieran oído hablar de él, tampoco lo hubieran confundido con ella-. Ese adversario es el derecho del espíritu propio, la autonomía absoluta de la voluntad individual…


Para pensar.

viernes, 6 de agosto de 2010

Algo personal


Escribo hoy algo muy personal.

Es la Fiesta de la Transfiguración del Señor. Dios es tan bueno que, en este “lacrimarum valle” nos regala, cada tanto, la luz de su Hijo Jesucristo en el rostro transfigurado de gente buena.

Hoy es también el cumpleaños n° 70 de Olga Marsollier. ¿Quién no conoce a Olga Marsollier? Alguna persona buena y pícara ha armado una cuenta de Facebook que se llama, precisamente: “Yo conozco a la Olguita Marsolier”.

Decía que Dios es bueno. Nos regala en el camino de la vida gente que se le parece. Personas transfiguradas por su luz. Vivir significa para ellas: amar, darse, olvidarse de sí, pensar desde los demás, ponerse en la piel de los otros, entregarlo todo, etc. etc. etc.

¿Cómo era lo de Jesús? “El que quiera ganar su vida, la perderá. El que la pierda por mí y por el Evangelio, la ganará”.

Ya no me acuerdo cuando conocí a la Olguita. Seguro que fue antes de ser cura o de ser diácono. En los quince años que estuve en el Seminario como formador, ella y esa otra mujer de hierro: la Hna. Ana, fueron una presencia transfigurada de la luz de Dios.

Sí, mis queridos amigos: cuando yo trato de imaginar a Dios, pienso que será algo así como la Olga y la Hna. Ana. Las dos juntas. Bueno, muy bueno; pero también un poco pícaro. Porque hay que ser, además de bueno, pícaro y audaz para confiarse de la manera que a los curas (nosotros decimos: "Yo te absuelvo". "Esto, mi Cuerpo").

He enseñado el Tratado “De Deo uno et trino” por largos años. He tenido que explicar los atributos del Dios amor, de la mano sabia del Aquinate: su simplicidad y perfección, su bondad y su infinitud, su omnipresencia y su omnipotencia, eternidad y unidad, hasta llegar a calificarlo como el “Ipsum Esse per se subsistens”. Todo lo cual es verdadero.

La Biblia dice que los hombres han sido creados a imagen y semejanza de Dios. Añade además, que Dios se busca amigos entre los hombres, que nos ayudan a conocerlo mejor, a entrar en su misterio de luz: el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob; el Dios de Moisés y el éxodo; hasta llegar a Jesús que lo invoca, llamándolo: ¡Abba!, y ahí se nos abren los ojos para reconocer su Rostro trinitario. Dios agape, al decir de San Juan.

Yo, humildemente, vuelvo a decir: he encontrado en el camino de mi vida, hombres y mujeres, que me han ayudado a conocer a Dios. Olguita es una de estas personas.

¡Gracias por todo!

PD Yo me anoté al Facebook: “Yo conozco a la Olguita Marsolier”

jueves, 5 de agosto de 2010

Una buena idea: ¡con aclaración!

Acabo de leer que los fieles católicos (curas incluidos) que quieran participar de algunos actos y celebraciones presididos por el Papa en su próxima visita a Gran Bretaña tendrán que pagar. Más o menos los dos tercios de los gastos que insume la visita estarán a cargo de los fieles católicos.

Tanto los católicos como los que están en contra de la visita han necesitado echar mano de un colorido “merchandaising” para cubrir los costos de sus campañas.

¡Muy buena idea! Los católicos tenemos que acostumbrarnos a solventar con nuestro dinero las obras de la Iglesia.

ACLARACIÓN
Como era de esperar, ha llegado rápido la información de Inglaterra. Transcribo abajo la noticia tomada e Infocatólica. Lamento haberme echo eco de la pícara y sistemática desinformación sobre temas eclesiales a los que nos tienen acostumbrados nuestros medios. De todos modos, sigo pensando que es una buena idea costear los gastos de nuestros eventos desde nuestro bolsillo. Como, por otra parte, hacemos ya.
Chau.

(Agencias/InfoCatólica) Mons. Summersgill comparó el proceso de inscripción para esta visita con el de la inscripción en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

No se trata de un billete en sentido estricto, las actividades del Papa no se pagan, dijo el Coordinador. “La contribución es un acto de solidaridad, por así decirlo, de modo que cualquier persona que asiste a alguna de las Misas, a la de Beatificación del Cardenal Newman o la Misa en Glasgow, hará la misma contribución, no importa de dónde vengan”, explicó el sacerdote. “Además, quien no se encuentre en posibilidad de afrontar el gasto podrá igualmente entrar en los eventos”, añadió.

El Coordinador dio a conocer además que los paquetes para los peregrinos serán distribuidos a comienzos de septiembre y que en ellos encontrarán la información necesaria para seguir la visita y las celebraciones respectivas. El “kit del peregrino” para la Misa en el Bellahouston Park en Glasgow costará 20 libras (24 euros) e incluirá el transporte hasta el lugar, un CD, material sanitario, una tarjeta para viajes, un libro de oraciones y un paquete conmemorativo.

Los kits para la Vigilia en el Hyde Park de Londres costarán 5 libras (6 euros). Mons. Summersgill explicó que al principio éstos incluían pases de transporte, pero puesto que muchos de los fieles que acudirían al Hyde Park son del área de Londres y ya tienen sus propios pases, la cuantía se pudo rebajar de 10 a 5 libras, además de reducirse el costo para las familias, cuyas tarjetas tienen precio especial.

domingo, 25 de julio de 2010

Patrón Santiago


Transcribo abajo la oración que pronucié esta tarde, celebrando al Santo Patrono Santiago, y renovando su patronazgo sobre Mendoza.

Santiago Apóstol,
Peregrino y Testigo valiente de la fe,
Patrón y protector de la ciudad, de la provincia
y de la Arquidiócesis de Mendoza:

En nombre de todos los fieles católicos de Mendoza; pero también de todos los ciudadanos que te invocan, llamándote con cariño: “el Patrón Santiago”, hoy me pongo ante tus pies, inclino ante ti mi cabeza, y te presento la ofrenda de este pueblo trabajador, orgulloso de su pasado, que quiere responder con espíritu cristiano a los desafíos del presente, y que mira con esperanza su futuro.

Santo Patrono Santiago ruega por nosotros y protege a Mendoza

¿Qué tenemos para ofrendarte si todo lo que tenemos lo hemos recibido de las manos de Dios, Creador y Providente, a cuyo servicio pusiste toda tu vida?

Sabemos que tu patronazgo sobre Mendoza está hecho de amor, de cuidado y de intercesión constante ante tu Señor Jesucristo. Este pueblo que camina a la sombra de Los Andes, en esta tierra generosa que cada tanto se sacude recordándonos que es una tierra viva, y que hemos de cuidar con responsabilidad como un don del cielo, descubre ante Ti sus anhelos, sus esperanzas, sus éxitos pero también sus incertidumbres y fracasos.

Santo Patrono Santiago ruega por nosotros y protege a Mendoza

En esta hora de la historia, los que nos reconocemos discípulos de Jesús, queremos aprender de tu testimonio de vida, de tus virtudes, especialmente de tu fortaleza y de tu esperanza.

Suplicamos, por tu intercesión, la gracia de vivir con alegría nuestra fe en Jesucristo, nuestra vocación misionera, y nuestro compromiso con la dignidad de todos, especialmente, de los pobres y excluidos.

Acompaña a nuestra Iglesia Diocesana de Mendoza para que crezca como comunidad de fe, esperanza y amor, en el corazón de cada bautizado, de cada familia fundada sobre el amor de un hombre y una mujer, y en cada comunidad cristiana.

Santo Patrono Santiago ruega por nosotros y protege a Mendoza

Santo Patrono Santiago: renuevo ante tu venerada imagen el compromiso de reconocerte como Patrono, Guía y Protector de este Pueblo.

De tu mano, y de la mano de María, Nuestra Señora del Rosario, seguimos caminando hacia Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.

Al Dios amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios uno y trino, sea todo honor y toda gloria, en la comunión de los santos, por los siglos de los siglos.

Amén.

viernes, 23 de julio de 2010

Jesucristo

Ha escrito el Papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.” (Dios es amor 1).

La fe es así el encuentro con una Persona: Jesucristo. Para la fe católica, Jesucristo es un ser viviente. Vive, habla y actúa, de tal modo, que puede alterar el curso de la vida de quien lo conoce, y se deja interpelar por Él.

Así lo atestigua la experiencia de los grandes creyentes: de los primeros discípulos a los santos de hoy. El encuentro con Cristo ha sido para ellos una revolución que les ha abierto nuevos caminos, insospe-chados y fascinantes. Pensemos en Teresa de Calcuta que emprendió su aventura de caridad, habiendo escuchado a Cristo, mientras viajaba en tren.

La fe es algo más que un mero saber que Dios existe. Es confiarse a Dios y a su palabra, porque Él es la Verdad y no puede engañar. Es don de Dios, y respuesta libre del hombre, en pleno uso de sus facul-tades. La fe ilumina la razón humana, la sostiene y le abre al horizonte infinito de la verdad. La fe es un acto personal, a la vez que profundamente comunitario. El verbo creer se conjuga siempre en singular (“creo”) y en plural (“creemos”).

Con la luz interior del Espíritu Santo, el hombre puede descubrir los signos de Dios en su vida, en la creación, en el testimonio de los santos, en los acontecimientos de la historia. Sin embargo, el gran signo de Dios al hombre es Cristo crucificado. La fe -en su sentido más hondo- es la respuesta libre del hombre al amor de Dios manifestado en la cruz de Cristo.

Las fórmulas dogmáticas de la Iglesia expresan la profundidad del misterio con palabras solemnes, im-perecederas, luminosas. “Creo en Dios Padre todopoderoso … Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor … Creo en el Espíritu Santo”. Así confesamos nuestra fe los católicos cada domingo, después de escuchar los textos de la Biblia. La fe es siempre respuesta a Dios que habla primero.

Para la fe católica, Jesús, un judío del siglo Iº, que nació de María y murió bajo Poncio Pilato, es “Cris-to”, es decir: lleno del Espíritu de Dios. Es también “Señor”. Y, sobre todo, es “Hijo unigénito”. Todo lo que el Nuevo Testamento dice de Jesús se resume en este título: “Hijo”. Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. Murió para salvarnos; y Dios, su Padre, lo resucitó.

¿De dónde provienen estas afirmaciones de fe? De los escritos del Nuevo Testamento, custodiados y transmitidos por la tradición viva de la Iglesia. En ellos, la Iglesia ha reconocido la voz de Dios y, por eso, los reconoce como Palabra de Dios inspirada.

A mediados del siglo Vº, la Iglesia tuvo que expresar su fe en Jesucristo, definiendo con precisión los límites que nunca podrán ser franqueados si se quiere permanecer en la fidelidad a Jesús de Nazaret, y a lo que dicen de él los escritos del Nuevo Testamento. De Jesucristo afirmó el Concilio de Calcedonia: “Una persona en dos naturalezas”. Verdadero Dios y verdadero hombre. La fe eclesial traduce así el testimonio bíblico: “El Verbo de Dios se hizo carne, y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria” (Jn 1,14).

Un gran creyente del siglo Iº -Pablo de Tarso- escribirá: “Mientras vivo esta vida mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,19-20).

Aquí está todo. Un hombre concreto es también Dios en persona. Dios hecho hombre. Salvador de todos los hombres. Con esta fe se vive, y con ella también se muere. Aquí está toda la pretensión de la fe cristiana.

martes, 13 de julio de 2010

La lengua del culto

La cuestión litúrgica sigue generando discusión. Es lógico. Preguntarse por el modo correcto de celebrar el culto, es una de las preguntas vitales de la fe. Atraviesa toda la historia del cristianismo.

La Iglesia, al abrir las puertas a las lenguas vernáculas, puso en marcha un proceso que está recién en sus inicios: la conformación de nuevas lenguas litúrgicas. El culto divino tiene registros propios de lenguaje: Dios nos habla, y nosotros a Él. Todas las grandes culturas y religiones muestran claramente esta especificidad única del lenguaje del culto, especialmente cuando reservan una lengua “muerta” para subrayar esa originalidad del encuentro con Dios en la plegaria y el culto.

No es de extrañar, entonces, que las nuevas traducciones promovidas por el Episcopado Argentino del Misal, del Evangeliario y del Leccionario estén dando lugar a una discusión encendida. Al menos, por mi parte, la considero también una saludable discusión.

Sin duda, estas traducciones son legítimas y estables. Un rasgo de la lengua litúrgica, justamente, es su estabilidad y perdurabilidad. Así se pueden, entre otras cosas, memorizar perícopas o frases enteras de la Escritura o de los textos litúrgicos. Lo cual es fundamental para la espiritualidad y piedad del Pueblo de Dios.

Creo, sin embargo, que quienes usamos los libros litúrgicos, respetándolos en su literalidad, tenemos que ir prestando atención a posibles errores o traducciones menos logradas. En definitiva, es el uso creyente de la “Ecclesia orans” lo que ha ido configurando el modo típico de orar y rendir culto a Dios, propio de las diversas familias rituales católicas.

Escribo esto, porque algunos amigos me han estado comentando las dificultades que van encontrando en el uso del Misal y de los textos sagrados del Leccionario. Tenemos que seguir trabajando para alcanzar un lenguaje litúrgico digno. En definitiva, un modo de hablar que brote del misterio mismo que se celebra.

He hablado del Misal (y, por ende, de los otros libros litúrgicos, como los Rituales), y del Leccionario. Algo similar habría que decir de ese campo devastado que es el canto y la música sagrados. En fin, miremos hacia adelante, estimulados por todo lo que tenemos que hacer.

sábado, 10 de julio de 2010

¿Sos feliz?

El pasado fin de semana (2-4 de julio) realicé la Visita pastoral a la Parroquia “San José Obrero” de Gutiérrez. Con el Arzobispo hemos optado por hacer visitas breves, tratando de abarcar en los próximos dos años la mayor cantidad posible de parroquias. La idea es animar con nuestra presencia la vida de fe y la acción evangelizadora de los católicos, orientados por el Plan de Pastoral.

La de Gutiérrez fue una visita breve pero intensa. Con mucha alegría puedo decir que encontré una comunidad cristiana con enorme vitalidad. Su párroco, el P. Raúl Marianetti está cumpliendo 25 años de sacerdote, 10 de los cuales los ha pasado precisamente animando la vida cristiana en Gutiérrez.

Durante estas visitas me gusta prestar atención a los textos bíblicos que escuchamos al celebrar la sagrada liturgia. Como era un fin de semana, todo estuvo centrado en el texto del Domingo XIV: Jesús que llama y envía a los discípulos a una primera misión evangelizadora. El texto es de San Lucas: 10, 1-12. 17-20.

Digo que presto atención a la Palabra de Dios, porque estas visitas constituyen una auténtica experiencia de fe: el obispo se pone con el párroco y con toda la comunidad cristiana a la escucha de la Palabra viva de Dios. Eso es precisamente la Iglesia: comunidad de fe, esperanza y caridad, reunida por el Verbo de Dios. “Creatura Verbi” se dice en latín: la Iglesia, creación del Verbo de Dios, Jesucristo el Señor.

Así, la Palabra ilumina la vida. La vida es como un espejo para la Palabra. ¿Qué mensaje pude recibir y también transmitir? Lo sintetizaría así: Jesús evangeliza convocando colaboradores que compartan con él el anuncio del Reino.

Ese mensaje percibí al escuchar con el pueblo de Dios la Palabra de vida. Eso también encontré en la parroquia: Jesús sigue llamando y enviando. Son muchos los compañeros de Jesús, hombres y mujeres. Para el obispo, ver esto, es una de las alegrías más grandes.

Excursus. El sábado por la mañana tuvo lugar el encuentro con los niños. Es siempre una fiesta. Los chicos preguntan sin parar. Nunca alcanza el tiempo. Suelen preguntar dos, tres, cinco veces lo mismo. Y, cuando menos lo esperás, alguno te sale con una de esas preguntas que son como una bomba. Así me pasa siempre. También en Gutiérrez. Una nena, levantando la mano desde el centro de la Iglesia, me lanzó a quemarropa: “Decíme: como obispo, ¿sos feliz?”. ¡En el blanco! “Sí, soy feliz, muy feliz”, le respondí.

Otra persona, esta vez más grande, también a quemarropa y sin dejarme respiro repreguntó: “¿Cuándo te das cuenta de que acertaste en tu elección de vida de ser cura?” Ahí, caí en la cuenta de algo muy hermoso. Mi respuesta espontánea fue: “Ahora, haciendo esto, me doy cuenta de que estoy en el lugar correcto”. Creo que algo de eso es lo que el cardenal Leger quiso decir, cuando en el debate conciliar sobre la vida de los pastores, dijo aquella frase feliz que después se transformó en magisterio de la Iglesia: los curas se santifican cuando ejercen su ministerio, esas acciones unen con Cristo. Esas cosas hacen realmente feliz y pleno a un cura.

PD. Después del encuentro con los chicos nos fuimos con Raúl a ver el partido con Alemania. Sin comentarios.

sábado, 19 de junio de 2010

Bicentenario

Pensando en el Bicentenario de la Patria, los obispos dimos a conocer un breve texto en noviembre de 2008, llamado precisamente: “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016)”. Nos ha sorprendido gratamente la buena recepción que ha tenido en el mundo laical católico, pero también en otros sectores sociales. Sigue habiendo una gran fragmentación en la sociedad argentina. Crece sin embargo el anhelo de consenso.

Destaco algunas ideas clave: necesitamos un proyecto común de país; urge un nuevo estilo de liderazgo social, entendido como servicio al bien común, y no como acumulación de poder o búsqueda del propio interés; el diálogo respetuoso, incluso en el disenso, es el único camino para arribar a este proyecto de país; la gran deuda argentina es la deuda social: superar la pobreza y la exclusión.

Tenemos que celebrar el Bicentenario. Es una fiesta para todos, pero también un motivo para preguntarnos por nuestra responsabilidad ciudadana en la construcción de la justicia. Proponemos que los años que median entre los dos bicentenarios: 2010 y 2016 sea la gran oportunidad para que los argentinos recuperemos la amistad social y trabajemos unidos por un país con mayor justicia y equidad.

Los católicos de la Arquidiócesis de Mendoza estamos preparando un Congreso de laicos para octubre próximo. Sus protagonistas principales serán los jóvenes. Observamos que inquietudes similares atraviesan a toda la sociedad. Es un signo alentador, no obstante todas las dificultades. Merece el aliento y el reconocimiento de todos.

Desde nuestra fe, queremos sumarnos a este camino común, aportando la enorme riqueza espiritual, ética y humana que proceden de la fe cristiana. Los que creemos en Dios nos sentimos animados por una gran esperanza que nos sostiene en la nunca acabada lucha por la justicia.

viernes, 18 de junio de 2010

Teología

Otra "perlita" del Papa Benedicto. Es del diálogo que tuvo en la Vigilia para la clausura del Año sacerdotal, el pasado 10 de junio. El Papa teólogo habla sobre la teología.

"Yo sigo la teología desde 46; comencé a estudiar teología en enero de 1946, y he visto por tanto a tres generaciones de teólogos, y puedo decir: las hipótesis que en aquel tiempo, y después en los años 60 y 80 eran las más nuevas, absolutamente científicas, absolutamente casi dogmáticas, ¡con el tiempo han envejecido y ya no valen! Muchas de ellas parecen casi ridículas. Por tanto, tener el valor de resistir a la aparente cientificidad, de no someterse a todas las hipótesis del momento, sino de pensar realmente a partir de la gran fe de la Iglesia, que está presente en todos los tiempos y que nos abre el acceso a la verdad. Sobre todo, también, ¡no pensar que la razón positivista, que excluye lo trascendente – que no puede ser accesible – sea la razón verdadera! Esta razón débil, que presenta sólo las cosas experimentables, es realmente una razón insuficiente. Nosotros teólogos debemos usar la razón grande, que está abierta a la grandeza de Dios. Debemos tener el valor de ir más allá del positivismo a la cuestión de las raíces del ser. Esto me parece de gran importancia."

miércoles, 16 de junio de 2010

Santo Tomás

Hoy, el Papa Benedicto XVI, ha dedicado su catequesis a la figura de Santo Tomás de Aquino. Extraigo un párrafo significativo, por su actualidad:

"Cuando la ley natural y la responsabilidad que esta implica se niegan, se abre dramáticamente el camino al relativismo ético en el plano individual y al totalitarismo del Estado en el plano político. La defensa de los derechos universales del hombre y la afirmación del valor absoluto de la dignidad de la persona postulan un fundamento. ¿No es precisamente la ley natural este fundamento, con los valores no negociables que ésta indica? El Venerable Juan Pablo II escribía en su Encíclica Evangelium vitae palabras que siguen siendo de gran actualidad: "Para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir, sino que deben sólo reconocer, respetar y promover. " (n. 71)."

sábado, 12 de junio de 2010

Clausura del Año sacerdotal


El pasado jueves 10 de junio, por la tarde, tuvo la lugar la clausura del Año sacerdotal en Mendoza. Eran las vísperas de la Solemnidad del Corazón de Jesús. El lugar elegido: el centenario templo de los Jesuitas, en el corazón de Mendoza. Está dedicado precisamente al Sagrado Corazón, cuya imagen domina la nave central de la iglesia, que luce los recientes arreglos.

A las 19:00 hs nos reunimos para un momento de oración ante Jesús Sacramentado. Estuvo a cargo de la Obra de las Vocaciones Sacerdotales. Siguió la celebración de la Eucaristía, presidida por nuestro Arzobispo, Mons. José María Arancibia.

Gracias a Dios, muchos hermanos sacerdotes, religiosos y seculares, pudieron tomar parte. Incluso de las parroquias más distantes. El templo estuvo colmado de fieles, laicos y consagrados. Fue una fiesta de la fe. El clima era de alegría, de comunión y de inmensa gratitud a Dios.

Un párrafo aparte merece la hermosa y profunda homilía del P. Tomás Bradley, jesuita. En la web del Arzobispado está completa. Según me había confiado días antes, la venía preparando con mucha dedicación. Tocó realmente el alma de quienes la escuchamos.

Tanto en la oración previa, como en la misma celebración eucarística, fueron viniendo a la memoria las figuras de muchos hermanos: los que ya han partido a la casa del Padre, los que he acompañado en el Seminario, los que tomaron otro camino al cabo de un tiempo, los que se fueron en medio de situaciones dolorosas. Le pedí a Dios por los pastores a los que un día tendré que presidir como obispo (una oración que se va haciendo cada vez más viva en mí, con el paso del tiempo).

Ya he comentado que, como obispo, puedo palpar más de cerca la entrega de los curas. Doy gracias al Buen Pastor, y ofrezco mi oración por todos ellos. Los confío también al Inmaculado Corazón de María.

No puedo concluir sino con esta plegaria: "Señor: la mies es mucha. ¡Danos pastores santos, según tu corazón! Amén".

sábado, 5 de junio de 2010

Corpus 2010


“Con este venerable sacramento alimentas y santificas a tus fieles, para que todos los que habitamos en el mundo, seamos iluminados por una misma fe y congregados por una misma caridad”

(Prefacio de la Eucaristía II).

En la procesión de Corpus Christi, la sagrada Hostia es llevada en la custodia. Es Cristo mismo, el sol que surge de oriente. El guía a la Iglesia por los caminos de la historia. La Eucaristía nos ilumina, nos congrega y nos impulsa.

Una sola Eucaristía. Una misma fe. Una misma caridad.

viernes, 4 de junio de 2010

Orar. Luchar. Vivir


Quiero decir dos palabras sobre la oración cristiana. En realidad, sobre “mi” propio camino de ora-ción personal.

La oración es un combate, principalmente contra nosotros mismos y, como enseña el Catecismo (cf. nº 2725), contra el Tentador que siembra en el corazón del orante la desconfianza, e incluso el miedo a Dios.

Confieso que yo me reconozco en esta sabia enseñanza de la Iglesia. Al menos, en estos últimos años, mi oración personal es un combate diario. Mi tiempo fuerte de oración es por la mañana. Por eso, suelo levantarme muy temprano para este “combate” (los gustos hay que dárselos en vida).

La cabeza y el corazón llegan con muchas cosas: personas, situaciones, preguntas, incertidumbres, enojos y demás yerbas. Estas cosas distraen y disgustan, al menos hasta que uno logra vivirlas como quien usa de ellas como leña que alimenta el fuego del amor. Porque la oración es, en última instancia, el impulso del amor hacia Dios.

Hay que perseverar en este combate. Si determiné estar una hora con la Biblia delante y de cara al Santísimo, allí estoy. ¿Las distracciones me llevan lejos? Desde esa lejanía emprendo, todas las veces que sea necesario, el viaje de retorno hacia la casa del Padre.

Sé que he dicho obviedades, que los grandes maestros de la vida espiritual enseñan con mayor profundidad, elocuencia y coherencia que yo. Sin embargo, por varias razones, tenía ganas de escribir esto, y lo hice. Tal vez, a alguien pueda ayudar.

No porque lo viva así, sino porque me ilumina y me alienta, transcribo las frases finales del citado párrafo del Catecismo: “Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El "combate espiritual" de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.”