domingo, 26 de septiembre de 2010

Testigo del Evangelio de la Gracia de Dios

Queridos amigos:

Estoy partiendo para un día de retiro. Este lunes 27 de setiembre, cumplo dos años de ordenación episcopal. El martes 28 se cumplen veinte años de la ordenación sacerdotal.

Son fechas significativas para mí. Le vengo pidiendo a Jesús dos cosas: Que me permita escuchar de nuevo su "¡Sígueme!" como la primera vez; y que me regale una conversión profunda del corazón.

En estas dos palabras - Sígueme y Conversión - sintetizo lo que se mueve dentro de mí en este tiempo.

Ando leyendo mucho a Newman por estos días. Les transcribo una de sus oraciones que he hecho mía de solo leerla una vez. Está tomada de una recolección póstuma de varios escritos espirituales, recogidos en el volumen: "Meditaciones y devociones". Dice así:

¡Oh misterio de los misterios: que el inefable amor del Padre al Hijo sea el amor del Hijo por nosotros! ¿Por qué fue así, Señor? ¿Qué viste de bueno en mí que soy un pecador? ¿Por qué te empeñas en mí? "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que tú lo visites?". Has puesto tu amor en esta pobre carne mía, esta débil alma pecadora, que no tiene vida excepto por tu gracia. Completa tu obra, Señor, y así como tú me has amado desde el principio, haz que to te ame hasta el fin.


J. H. Newman, Meditaciones y devociones, Agape Libros (Buenos Aires 2007 - 2da edición) 229

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