sábado, 19 de junio de 2010

Bicentenario

Pensando en el Bicentenario de la Patria, los obispos dimos a conocer un breve texto en noviembre de 2008, llamado precisamente: “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016)”. Nos ha sorprendido gratamente la buena recepción que ha tenido en el mundo laical católico, pero también en otros sectores sociales. Sigue habiendo una gran fragmentación en la sociedad argentina. Crece sin embargo el anhelo de consenso.

Destaco algunas ideas clave: necesitamos un proyecto común de país; urge un nuevo estilo de liderazgo social, entendido como servicio al bien común, y no como acumulación de poder o búsqueda del propio interés; el diálogo respetuoso, incluso en el disenso, es el único camino para arribar a este proyecto de país; la gran deuda argentina es la deuda social: superar la pobreza y la exclusión.

Tenemos que celebrar el Bicentenario. Es una fiesta para todos, pero también un motivo para preguntarnos por nuestra responsabilidad ciudadana en la construcción de la justicia. Proponemos que los años que median entre los dos bicentenarios: 2010 y 2016 sea la gran oportunidad para que los argentinos recuperemos la amistad social y trabajemos unidos por un país con mayor justicia y equidad.

Los católicos de la Arquidiócesis de Mendoza estamos preparando un Congreso de laicos para octubre próximo. Sus protagonistas principales serán los jóvenes. Observamos que inquietudes similares atraviesan a toda la sociedad. Es un signo alentador, no obstante todas las dificultades. Merece el aliento y el reconocimiento de todos.

Desde nuestra fe, queremos sumarnos a este camino común, aportando la enorme riqueza espiritual, ética y humana que proceden de la fe cristiana. Los que creemos en Dios nos sentimos animados por una gran esperanza que nos sostiene en la nunca acabada lucha por la justicia.

viernes, 18 de junio de 2010

Teología

Otra "perlita" del Papa Benedicto. Es del diálogo que tuvo en la Vigilia para la clausura del Año sacerdotal, el pasado 10 de junio. El Papa teólogo habla sobre la teología.

"Yo sigo la teología desde 46; comencé a estudiar teología en enero de 1946, y he visto por tanto a tres generaciones de teólogos, y puedo decir: las hipótesis que en aquel tiempo, y después en los años 60 y 80 eran las más nuevas, absolutamente científicas, absolutamente casi dogmáticas, ¡con el tiempo han envejecido y ya no valen! Muchas de ellas parecen casi ridículas. Por tanto, tener el valor de resistir a la aparente cientificidad, de no someterse a todas las hipótesis del momento, sino de pensar realmente a partir de la gran fe de la Iglesia, que está presente en todos los tiempos y que nos abre el acceso a la verdad. Sobre todo, también, ¡no pensar que la razón positivista, que excluye lo trascendente – que no puede ser accesible – sea la razón verdadera! Esta razón débil, que presenta sólo las cosas experimentables, es realmente una razón insuficiente. Nosotros teólogos debemos usar la razón grande, que está abierta a la grandeza de Dios. Debemos tener el valor de ir más allá del positivismo a la cuestión de las raíces del ser. Esto me parece de gran importancia."

miércoles, 16 de junio de 2010

Santo Tomás

Hoy, el Papa Benedicto XVI, ha dedicado su catequesis a la figura de Santo Tomás de Aquino. Extraigo un párrafo significativo, por su actualidad:

"Cuando la ley natural y la responsabilidad que esta implica se niegan, se abre dramáticamente el camino al relativismo ético en el plano individual y al totalitarismo del Estado en el plano político. La defensa de los derechos universales del hombre y la afirmación del valor absoluto de la dignidad de la persona postulan un fundamento. ¿No es precisamente la ley natural este fundamento, con los valores no negociables que ésta indica? El Venerable Juan Pablo II escribía en su Encíclica Evangelium vitae palabras que siguen siendo de gran actualidad: "Para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir, sino que deben sólo reconocer, respetar y promover. " (n. 71)."

sábado, 12 de junio de 2010

Clausura del Año sacerdotal


El pasado jueves 10 de junio, por la tarde, tuvo la lugar la clausura del Año sacerdotal en Mendoza. Eran las vísperas de la Solemnidad del Corazón de Jesús. El lugar elegido: el centenario templo de los Jesuitas, en el corazón de Mendoza. Está dedicado precisamente al Sagrado Corazón, cuya imagen domina la nave central de la iglesia, que luce los recientes arreglos.

A las 19:00 hs nos reunimos para un momento de oración ante Jesús Sacramentado. Estuvo a cargo de la Obra de las Vocaciones Sacerdotales. Siguió la celebración de la Eucaristía, presidida por nuestro Arzobispo, Mons. José María Arancibia.

Gracias a Dios, muchos hermanos sacerdotes, religiosos y seculares, pudieron tomar parte. Incluso de las parroquias más distantes. El templo estuvo colmado de fieles, laicos y consagrados. Fue una fiesta de la fe. El clima era de alegría, de comunión y de inmensa gratitud a Dios.

Un párrafo aparte merece la hermosa y profunda homilía del P. Tomás Bradley, jesuita. En la web del Arzobispado está completa. Según me había confiado días antes, la venía preparando con mucha dedicación. Tocó realmente el alma de quienes la escuchamos.

Tanto en la oración previa, como en la misma celebración eucarística, fueron viniendo a la memoria las figuras de muchos hermanos: los que ya han partido a la casa del Padre, los que he acompañado en el Seminario, los que tomaron otro camino al cabo de un tiempo, los que se fueron en medio de situaciones dolorosas. Le pedí a Dios por los pastores a los que un día tendré que presidir como obispo (una oración que se va haciendo cada vez más viva en mí, con el paso del tiempo).

Ya he comentado que, como obispo, puedo palpar más de cerca la entrega de los curas. Doy gracias al Buen Pastor, y ofrezco mi oración por todos ellos. Los confío también al Inmaculado Corazón de María.

No puedo concluir sino con esta plegaria: "Señor: la mies es mucha. ¡Danos pastores santos, según tu corazón! Amén".

sábado, 5 de junio de 2010

Corpus 2010


“Con este venerable sacramento alimentas y santificas a tus fieles, para que todos los que habitamos en el mundo, seamos iluminados por una misma fe y congregados por una misma caridad”

(Prefacio de la Eucaristía II).

En la procesión de Corpus Christi, la sagrada Hostia es llevada en la custodia. Es Cristo mismo, el sol que surge de oriente. El guía a la Iglesia por los caminos de la historia. La Eucaristía nos ilumina, nos congrega y nos impulsa.

Una sola Eucaristía. Una misma fe. Una misma caridad.

viernes, 4 de junio de 2010

Orar. Luchar. Vivir


Quiero decir dos palabras sobre la oración cristiana. En realidad, sobre “mi” propio camino de ora-ción personal.

La oración es un combate, principalmente contra nosotros mismos y, como enseña el Catecismo (cf. nº 2725), contra el Tentador que siembra en el corazón del orante la desconfianza, e incluso el miedo a Dios.

Confieso que yo me reconozco en esta sabia enseñanza de la Iglesia. Al menos, en estos últimos años, mi oración personal es un combate diario. Mi tiempo fuerte de oración es por la mañana. Por eso, suelo levantarme muy temprano para este “combate” (los gustos hay que dárselos en vida).

La cabeza y el corazón llegan con muchas cosas: personas, situaciones, preguntas, incertidumbres, enojos y demás yerbas. Estas cosas distraen y disgustan, al menos hasta que uno logra vivirlas como quien usa de ellas como leña que alimenta el fuego del amor. Porque la oración es, en última instancia, el impulso del amor hacia Dios.

Hay que perseverar en este combate. Si determiné estar una hora con la Biblia delante y de cara al Santísimo, allí estoy. ¿Las distracciones me llevan lejos? Desde esa lejanía emprendo, todas las veces que sea necesario, el viaje de retorno hacia la casa del Padre.

Sé que he dicho obviedades, que los grandes maestros de la vida espiritual enseñan con mayor profundidad, elocuencia y coherencia que yo. Sin embargo, por varias razones, tenía ganas de escribir esto, y lo hice. Tal vez, a alguien pueda ayudar.

No porque lo viva así, sino porque me ilumina y me alienta, transcribo las frases finales del citado párrafo del Catecismo: “Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El "combate espiritual" de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.”

In memoriam


Ayer se hizo pública la noticia de la muerte trágica del obispo Luigi Padovese, capuchino italiano, Vicario Apostólico de Anatolia en Turquía.

Padovese es un conocido patrólogo, que enseñó muchos años en Roma, en distintos centros universitarios católicos. Allí lo conocí. En el año 1996 hice con él un curso sobre la libertad religiosa en los Padres de la Iglesia, especialmente en los Padres antenicenos. Guardo sus apuntes que me han servido en más de una ocasión.

Me acordé mucho de él cuando SS Benedicto XVI, en Aparecida, habló del arraigo en la Tradición del principio de la laicidad del Estado. He recordado también una frase que solía repetir. Cuando sus alumnos le preguntábamos cómo había hecho para aprender las lenguas que sabía, él respondía con una sonrisa: "uno aprende las lenguas de los países que ama". Esto me vino a la memoria cuando ví ayer un video con una prédica suya en turco.

El Señor lo reciba entre sus siervos. Descanse en paz. Amén.