martes, 16 de agosto de 2011

Cuando es Dios quien elige: Hna. María Mónica Kloster, Hija de San Pablo. 60 años de vida consagrada


“Cuando es Dios el que elige” (Cfr. Jn. 15,16)

Hna. Mónica en "Las Paulinas"
de calle San Martín
En mi historia vocacional no hay cosas “extraordinarias”. Todo se dio con mucha sencillez pero muy marcada por la Providencia amorosa de Dios. Desde muy pequeña sentía una profunda y natural inclinación por lo espiritual, lo religioso. Mis primeros maestros en esto han sido mis padres, mi familia, donde, como en todos los hogares cristianos de esa época, se vivía una verdadera “Iglesia doméstica”.  Se rezaba mucho, se respetaban y cumplían los mandamientos de Dios, se hablaba mucho de temas religiosos, etc. Yo sentía muy dentro de mí un inmenso deseo: que todos conocieran y amaran a Dios, de quien yo me sentía tan feliz de conocer y amar.

Hacia el año 1943, más o menos, mis padres, providencialmente se mudaron a Concepción del Uruguay (Entre Ríos). Nos establecimos en el Barrio María Auxiliadora donde vive mi familia hasta hoy. En la capilla María Auxiliadora, que en ese entonces era sólo una escuelita, hice mi Primera Comunión.

En el año 1948 vino a Concepción del Uruguay una hermana de la Congregación de las Hijas de San Pablo (Paulinas), la Hna. Josefina,  con la misión de llevar el mensaje cristiano a todos los hogares a través del buen libro y también a buscar vocaciones para la Congregación. Fue ella que me invitó a ingresar con las Paulinas y a participar en esa misión. La verdad que la misión fue la que me cautivó desde el primer momento, ya que me di cuenta que a través de ella, yo podía colmar, realizar ese gran deseo que sentía en mi corazón, de hacer conocer y amar al buen Dios. Y así, el 17 de diciembre de ese año, yo ingresé con las hermanas paulinas.

Luego, en mis años de formación descubrí el gran valor de la consagración en la vida religiosa. A lo largo de esos años me sentí totalmente identificada con la vida y la misión de la Congregación. Deseaba ser totalmente de Dios, entregarle mi vida, que Él sea el centro de mi vida, para una misión: llevar el Evangelio a todos, a través de los Medios de Comunicación Social: libro, tarjeta, videos, cassette, etc.

Y así, después de los años de formación del Postulantado y del Noviciado, un 15 de agosto de 1951 emití mis primeros votos religiosos, entregando al Señor mi vida para siempre, ya que “fue Él quien me eligió”.

Hoy después de 60 años de Consagración al Señor siento que Él estuvo siempre a mi lado, tanto en las buenas como en las no tan buenas. Su fidelidad fue y es constante. Yo confío plenamente en Él pues “Sé en quién he puesto mi confianza” (2 Tim 1, 12).  Me siento feliz en la vida y la Misión Paulina tanto al comienzo y a lo largo de todos los años en la Congregación. Hoy quiero darle infinitas gracias al Señor por su fidelidad, por tenerme a su servicio, en su bondad y misericordia a pesar  de mis tantas limitaciones e inconstancias. La vid y la misión Paulina son bellas y grandes. Quiera Dios enviarnos muchas vocaciones para que esto continúe y crezca cada día.  Darle gracias a Dios, no solo a Él, a tantos otros: mis padres, mi familia, a cada una de mis hermanas de Congregación. A todos los que me han ayudado en este mi largo camino de Vida Consagrada.

¡Gracias Señor por tu amor! No abandones la obra de tus manos. ¡Así sea!

Hna. María Mónica Kloster

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.