domingo, 20 de abril de 2014

Mensaje pascual 2014

“Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán” (Mt 28,5-7)

Este es el anuncio pascual que, desde hace dos mil años, recorre el mundo. La fe cristiana es básicamente fe en el poder de Dios que vence la muerte.

Dios es amigo de la vida, por eso, “resurrección” es su palabra definitiva sobre todo ser humano. Lo fue para Jesús, su Hijo hecho hombre. Lo es también para cada uno de nosotros, hechos del barro de la tierra, pero también portadores del soplo divino.

“Resurrección” es la expectativa más secreta del corazón humano. No ha quedado frustrada. Se ha cumplido en Jesús como promesa para toda la humanidad.

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Como obispo diocesano es la primera vez que les dirijo un saludo pascual. Lo hago con gratitud y alegría. El ministerio pastoral es, sobre todo, servicio a este anuncio gozoso que ha cambiado para siempre la historia humana.

Permítanme, por tanto, decirles con fuerza: ¡Jesús ha resucitado de entre los muertos! ¡La tumba está vacía! ¡La muerte no tuvo la última palabra!

El Padre, cuyo rostro misericordioso Jesús había presentado a los pobres y a los pecadores; ese mismo al que Jesús se confió a lo largo de su vida, especialmente en la hora oscura de la pasión, este Padre lo ha resucitado por la fuerza de su Espíritu.

Los invito entonces a la fe, a confiarnos también nosotros a ese Dios amigo de la vida que resucita a los muertos.

Arrojemos lejos toda forma de tristeza, de complejo, de depresión, de indiferencia. ¡Jesús ha resucitado y vive en medio de nosotros!

La vida es una fiesta para celebrar con alegría. Para vivirla como la vivió Jesús: en la alegría por la cercanía y ternura de Dios; en el servicio a los más pobres y débiles; en el perdón y la mano tendida a todos los pecadores.

Queridos hermanos y amigos: Cristo ha resucitado y no hay nada en nosotros que escape a su poder de Resucitado. Con Él resucitamos también nosotros a una vida nueva.

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¡Vivamos entonces como discípulos del Resucitado!

Volvamos a cantar el Aleluya de la Pascua, no solo con nuestros labios sino con nuestra vida transfigurada. No solo en la liturgia de la Misa sino en esa Misa prolongada que es nuestra vida de todos los días.

Digámosle sí a la vida, en todas sus formas, pero especialmente allí donde es más frágil, débil o desamparada: en los no nacidos, en los niños, en los enfermos, en los que están solos, en los ancianos, en los que están pasando un mal momento, en los que sufren por alguna adicción.

Digámosle sí a la esperanza, porque el amor de Dios es más fuerte y es el verdadero poder que transforma el mundo. Es la esperanza que ha de animar el camino de los jóvenes que pueden experimentar en Jesús resucitado que la vida tiene sentido, que vale la pena darlo todo, y que no hay fracaso que pueda detener el poder que se manifestó en la Pascua.

Digámosle sí a todo lo que es humano: al amor, al gusto por la vida, a la belleza; a vivir honestamente no por temor a la ley sino porque así somos realmente felices; a luchar por una sociedad más justa; a salir del encierro y vivir en plenitud los vínculos que nos unen, incluso en medio de las dificultades, los encontronazos y las divergencias.

Digámosle sí a la cultura del encuentro, sabiendo que la unidad es siempre mayor que todo conflicto, y que los proyectos que más benefician a los pueblos son los que se construyen entre todos, con infinita paciencia, y pasión por el bien, la justicia y la solidaridad.

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La liturgia de la noche de Pascua se inicia con el templo en penumbras. Se enciende el cirio pascual y esa pequeña luz, vacilante y humilde, va contagiando a todos hasta hacer que la oscuridad sea vencida por centenares de luces en las manos de los fieles.

Que así se expanda también el testimonio del Señor resucitado. Seamos luz para este mundo nuestro que ansía ver la claridad del Rostro de Cristo, vencedor de la muerte.

Salgamos también nosotros a buscar a Jesús que vive en nuestros hermanos. Como esperó a los suyos en Galilea, también Él nos espera a nosotros allí dónde hay un ser humano que anhela una vida mejor. Allí lo veremos.


¡Muy feliz Pascua de Resurrección para todos!

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