“Ha resucitado de
entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán” (Mt 28,5-7)
Este es el
anuncio pascual que, desde hace dos mil años, recorre el mundo. La fe cristiana
es básicamente fe en el poder de Dios que vence la muerte.
Dios es amigo de
la vida, por eso, “resurrección” es su palabra definitiva sobre todo ser
humano. Lo fue para Jesús, su Hijo hecho hombre. Lo es también para cada uno de
nosotros, hechos del barro de la tierra, pero también portadores del soplo
divino.
“Resurrección” es
la expectativa más secreta del corazón humano. No ha quedado frustrada. Se ha
cumplido en Jesús como promesa para toda la humanidad.
* * *
Como obispo
diocesano es la primera vez que les dirijo un saludo pascual. Lo hago con
gratitud y alegría. El ministerio pastoral es, sobre todo, servicio a este
anuncio gozoso que ha cambiado para siempre la historia humana.
Permítanme, por
tanto, decirles con fuerza: ¡Jesús ha resucitado de entre los muertos! ¡La
tumba está vacía! ¡La muerte no tuvo la última palabra!
El Padre, cuyo
rostro misericordioso Jesús había presentado a los pobres y a los pecadores;
ese mismo al que Jesús se confió a lo largo de su vida, especialmente en la
hora oscura de la pasión, este Padre lo ha resucitado por la fuerza de su
Espíritu.
Los invito
entonces a la fe, a confiarnos también nosotros a ese Dios amigo de la vida que
resucita a los muertos.
Arrojemos lejos
toda forma de tristeza, de complejo, de depresión, de indiferencia. ¡Jesús ha
resucitado y vive en medio de nosotros!
La vida es una
fiesta para celebrar con alegría. Para vivirla como la vivió Jesús: en la
alegría por la cercanía y ternura de Dios; en el servicio a los más pobres y
débiles; en el perdón y la mano tendida a todos los pecadores.
Queridos hermanos
y amigos: Cristo ha resucitado y no hay nada en nosotros que escape a su poder
de Resucitado. Con Él resucitamos también nosotros a una vida nueva.
* * *
¡Vivamos entonces
como discípulos del Resucitado!
Volvamos a cantar
el Aleluya de la Pascua, no solo con nuestros labios sino con nuestra vida
transfigurada. No solo en la liturgia de la Misa sino en esa Misa prolongada
que es nuestra vida de todos los días.
Digámosle sí a la
vida, en todas sus formas, pero especialmente allí donde es más frágil, débil o
desamparada: en los no nacidos, en los niños, en los enfermos, en los que están
solos, en los ancianos, en los que están pasando un mal momento, en los que
sufren por alguna adicción.
Digámosle sí a la
esperanza, porque el amor de Dios es más fuerte y es el verdadero poder que
transforma el mundo. Es la esperanza que ha de animar el camino de los jóvenes
que pueden experimentar en Jesús resucitado que la vida tiene sentido, que vale
la pena darlo todo, y que no hay fracaso que pueda detener el poder que se
manifestó en la Pascua.
Digámosle sí a
todo lo que es humano: al amor, al gusto por la vida, a la belleza; a vivir
honestamente no por temor a la ley sino porque así somos realmente felices; a
luchar por una sociedad más justa; a salir del encierro y vivir en plenitud los
vínculos que nos unen, incluso en medio de las dificultades, los encontronazos
y las divergencias.
Digámosle sí a la
cultura del encuentro, sabiendo que la unidad es siempre mayor que todo
conflicto, y que los proyectos que más benefician a los pueblos son los que se
construyen entre todos, con infinita paciencia, y pasión por el bien, la
justicia y la solidaridad.
* * *
La liturgia de la
noche de Pascua se inicia con el templo en penumbras. Se enciende el cirio
pascual y esa pequeña luz, vacilante y humilde, va contagiando a todos hasta
hacer que la oscuridad sea vencida por centenares de luces en las manos de los
fieles.
Que así se
expanda también el testimonio del Señor resucitado. Seamos luz para este mundo
nuestro que ansía ver la claridad del Rostro de Cristo, vencedor de la muerte.
Salgamos también
nosotros a buscar a Jesús que vive en nuestros hermanos. Como esperó a los
suyos en Galilea, también Él nos espera a nosotros allí dónde hay un ser humano
que anhela una vida mejor. Allí lo veremos.
¡Muy feliz Pascua
de Resurrección para todos!
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