domingo, 27 de abril de 2014

Juan XXIII y Juan Pablo II: dos santos, una Iglesia

Juan XXIII y Juan Pablo II han sido canonizados. De esta manera, la Iglesia católica no solo reconoce que están en el cielo gozando de la visión beatífica, sino que los propone como ejemplos de vida cristiana y autoriza su culto público en toda la Iglesia.

San Juan XXIII y san Juan Pablo II.

La santidad cristiana es, a la vez, una y católica. Es una porque Dios es uno, Cristo es uno y en la unidad está la salvación. La santidad cristiana es una porque es configuración con Jesucristo y perfección de la caridad de Cristo. Esa es su esencia indivisible.

La santidad cristiana es también católica. Porque dada ya en germen en el bautismo se abre paso en cada vida cristiana tomando la fisonomía de cada vocación. Es la santidad de los esposos, de los consagrados y de los pastores. Es la santidad de los doctores, de los mártires y de las vírgenes, no menos que de los místicos, los confesores, varones o mujeres, jóvenes, ancianos o niños. Es la santidad de los que, desde niños conocieron a Cristo, o de los que se convirtieron a Él ya entrados en años y, tal vez, después de una vida de vicio, pecado o simplemente indiferencia.

No hace falta ser un genio para ser santo, tampoco tener una voluntad de hierro o saber a la perfección las ceremonias del culto. Lo que hace santo o santa a una persona es la pujanza del amor de Cristo en su corazón y, desde allí, en toda su existencia: mente, corazón, libertad, sentimientos, actitudes, comportamientos…

Es la santidad de los grandes místicos que viven intensamente la comunión con Dios. Pero también es la santidad de los que llevan hasta las últimas consecuencias el compromiso ético por la verdad, la justicia, la dignidad de los más pobres.

Es la santidad de los hombres y mujeres amantes de la tradición, un poco conservadores y tradicionales, aunque no integristas. O la santidad de los arrojados, los que sueñan con cambiar lo cambiable en la Iglesia, los llamados “progresistas”.

Unos y otros, sin embargo, si son santos aman profundamente a la Iglesia y nunca se sientan en la vereda de enfrente para tirar piedras a los “otros”, a los que califican, desde su soberbia, como estúpidos, poco evangélicos, mundanos o vaya a saber qué calificativo inventado por la imaginación del odio, siempre activa y despierta.

Es la santidad de san Juan XXIII y de san Juan Pablo II, tan diversos y tan unidos. Es la santidad de dos papas en la única Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica. También romana.


Hoy es un día de alegría para todos. 

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